Reflexiones en torno al libro de Junqueras y Rovira

El espejo 'psuquero' de Esquerra

ERC está en proceso de devenir el partido de la república, y no exclusivamente de independentistas

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Joan Tardà

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Hace unos días recibí un wasap de un viejo conocido con quien de joven había  compartido lucha vecinal, posteriormente afiliado al PSC y simpatizante de Ciudadanos más tarde, en el cual textualmente escribía en referencia en Esquerra Republicana: “Ganarán porque son los únicos que lo están repensando todo y están dispuestos a corregir”. El mensaje venía motivado por la publicación del libro 'Tornarem a vèncer' firmado por Oriol Junqueras y Marta Rovira. Efectivamente, los dos dirigentes republicanos han sido los primeros líderes de un partido político en explicitar  al conjunto de la  sociedad catalana cómo y de qué manera hay que encarar el presente y el futuro inmediato.

A ojos de este ciudadano, al margen de la lejanía ideológica hacia el independentismo, el hecho era  merecedor todavía de más  alabanza porque era singular (“son los únicos”).  Es cierto, se constata una absoluto silencio por parte del resto de fuerzas políticas a la hora de ofrecer a la ciudadanía su “solución”, más allá de la batalla de las declaraciones y los posicionamientos tácticos rellenos de electoralismo a las puertas de una precampaña electoral que posiblemente se nos hará eterna.

El republicanismo ha tenido el atrevimiento de plantear de forma clara y sin tapujos los objetivos de los próximos años

Hay que agradecer al republicanismo que haya tenido el atrevimiento de plantear de manera clara y sin tapujos cuáles son los objetivos a lograr en los próximos años. Y, sobre todo,  poner sobre la mesa el método a seguir, lo cual lo ha llevado  inevitablemente  a hacer un ejercicio de autocrítica. Efectivamente, más allá del reconocimiento  de los análisis incompletos a la hora de evaluar las capacidades del Govern para culminar con éxito el 'procés', del sesgo a la hora de hacer una lectura correcta del contexto internacional  y de constatar  cierta ingenuidad con que se consideró factible una negociación in extremis con el Estado, la reflexión de los autores contiene una idea capital y de gran trascendencia relacionada con el error de haber confundido la desmovilización de los catalanes contrarios a la independencia con una  aceptación pasiva del 'procés'. 

Pocas manifestaciones como esta pueden haber sido más higiénicas, gratificantes y susceptibles de merecer confianzas futuras. De hecho, es la idea donde se sitúa el umbral entre quienes están dispuestos a implicarse en la construcción de una solución y quienes se han atrincherado en  pantallas anteriores. Desgraciadamente, todavía  ningún dirigente constitucionalista ha afirmado la misma  idea en sentido contrario, reconociendo haber confundido sometimiento del independentismo vía represión con victoria de sus objetivos. De hecho, han quedado en evidencia ante sus votantes, los cuales, hoy en día, no han sido invitados a ninguna reflexión y desconocen qué les piensan ofrecer lo suficientemente alentador (nuevo Estatut, concierto económico...)  para poder derrotar al independentismo.  

Más allá de la batalla de declaraciones, se constata un absoluto silencio del resto de fuerzas a la hora de ofrecer su «solución»

En todo caso, el republicanismo va haciendo los deberes, lo cual le da suficiente ventaja, a la vez, respecto a los nacionalistas catalanes que continúan intentando hacer creer a una parte del independentismo que solo hay espacio para transitar del enfrentamiento (de aquí viene la obsesión de dinamitar la mesa de diálogo) al cuanto peor, mejor. 

La propuesta de Marta  Rovira y de Oriol Junqueras ya está en la calle. Afirman que la república nos es del todo necesaria, pero que solo será posible con el apoyo de una mayoría inapelable de ciudadanos, que el diálogo con el Estado (y entre los catalanes) es  imprescindible, que la prioridad pasa por construir una solución a manera de referéndum y que es prioritario  gobernar el país tan bien como para que sea posible dar respuesta a los tiempos difíciles que vivimos y viviremos, razón por la cual hay que enterrar todo tipo de sectarismo para establecer alianzas parlamentarias y gubernamentales cuanto más amplias mejor. Y con urgencia. 

Posiblemente, detrás de esta claridad radique la causa de los datos que se van conociendo sobre la <strong>plausibilidad de una victoria de Esquerra Republicana en las próximas elecciones</strong>. De igual manera que explica el incremento progresivo de ciudadanos no independentistas (el 16%, según el CEO)  que ya han optado por este partido. Una tendencia que va convirtiendo el partido político decano de Catalunya en una fuerza política con un rol parecido al desplegado por el Partido Socialista Unificado de Catalunya. Efectivamente, de igual manera que en la década de los años 70 del siglo pasado el PSUC comandado por Gregorio López Raimundo y Antoni Gutiérrez dejó de ser solo el partido político de los comunistas catalanes para pasar a ser el partido de los luchadores por la democracia, Esquerra Republicana está en proceso de dejar de ser un partido exclusivamente de independentistas para devenir el partido de la república. El  partido contenedor. Rellenado de voluntades e idearios políticos heterogéneos ensartados por la aguja de la socialdemocracia radical, de los valores republicanos y del referéndum.  En definitiva, los intereses potencialmente hoy en día compartidos por una gran mayoría de ciudadanos de Catalunya.