Opinión | Desde Sant Martí
Doctora en Sociología, especializada en transformación digital e innovación social. ESADE

Liliana Arroyo
Liliana ArroyoDoctora en Sociología, especializada en transformación digital e innovación social. ESADE
Liliana Arroyo
Una mirada al margen
En el barrio de El Besòs i el Maresme se percibe ese entusiasmo por empujar la vida adelante, aunque se saben sistemáticamente fuera del encuadre. Por eso el tejido asociativo es fuerte y existen redes de apoyo vecinal

Cola de ciudadanos en el barrio del Besòs, el 19 de agosto del 2020, para hacerse las pruebas PCR de covid-19 / periodico
Empieza el día y nos acercamos a la rambla de Prim. La recorro atenta a los detalles que ligan su pasado fabril, 50 años atrás, al resto de Sant Martí. Trazados racionales a lado y lado de la rambla, aglutinando pisos pequeños en edificios altos. Imagino a las primeras familias instalándose y forjando el barrio de El Besòs i el Maresme. El origen humilde y la construcción barata se han traducido en aluminosis – ya en los 70 se hablaba de derribos necesarios – y varias asociaciones llevan tiempo reclamando una solución. En pleno confinamiento se derrumbó el techo de una vivienda y eso volvió a situar el problema en los medios, en aquellos márgenes que el covid-19 no quería ocupar.
Y las desigualdades se notan. A mediados de agosto el índice de riesgo de contagio triplicaba el del conjunto de la ciudad. Instalaron una de las carpas de cribaje masivo y el primer día superaron de largo los tests previstos. Y a juzgar por lo que se ve en el espacio público, las mascarillas abundan y están bien puestas. A excepción de quien solo viene a correr como circuito habitual de entreno. Son pocas las familias que pueden optar por el teletrabajo y a pesar de las dudas y la incertidumbre, agradecen la vuelta al cole. Se ven carteles anunciando recogida de alimentos para los hogares que están en situación de emergencia por la pandemia. En la calle se percibe ese entusiasmo por empujar la vida adelante, aunque se saben sistemáticamente fuera del encuadre. Por eso el tejido asociativo es fuerte y existen redes de apoyo vecinal.
El final de Prim desemboca frente al triángulo blanco, el Fòrum y el vértice de la Diagonal gentrificada. Un solo piso de alto 'standing' debe valer más que un edificio entero de la rambla. El mismo lugar donde todavía no existe la conciencia de barrio y se coleccionan hoteles para el sueño de una Barcelona cosmopolita y capital de grandes eventos mundiales. Qué absurda y lejana idea parece ahora, y más con los pies en el margen.
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