Fortalecimiento psicológico

Mantener la salud emocional durante la pandemia

Llevar a la práctica los consejos que nos aporta la psicología no cambiará la realidad, pero nos puede ayudar a vivir mucho mejor nuestro día a día

Una persona haciendo meditación

Una persona haciendo meditación / periodico

Connie Capdevila

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La pandemia continúa omnipresente, marcando las noticias, nuestras conversaciones y nuestras relaciones: rebrote, alarma social, nuevo confinamiento, crisis económica... Es un hecho que nos chupa la energía y genera cansancio. Continuamos en un estado general de desaliento y parece que esta pesadilla no tenga final. Evidentemente, no podemos alterar la realidad pero, desde un punto de vista psicológico, nos conviene fortalecernos, sea personalmente, sea a nivel colectivo. La manera como gestionamos las pérdidas y las oportunidades que esta crisis nos presenta definirá nuestra experiencia y predisposición a todo aquello que todavía nos tiene que llegar. 

La psicología aporta herramientas que nos ayudan a asumir la realidad que nos toca vivir y llevarlo, como diríamos coloquialmente, de la mejor manera posible. Empezamos por identificar signos de alerta con esta corta autoencuesta: ¿Estoy de más mal humor? ¿Tengo más cansancio? ¿Más aburrimiento? ¿Me ha aumentado o disminuido el hambre? ¿Duermo mal?

Y ahora, analizamos qué hay a nuestro alcance para mitigar el impacto sobre la salud mental. Los seres humanos tenemos reacciones innatas al peligro, tanto si es tangible y observable como si es invisible o imaginado. El sistema nervioso humano está preparado para detectar seguridad y peligro, integrando las respuestas que nos vienen del cerebro y del cuerpo. Cuando conectamos con los seres queridos, sus voces y sus expresiones faciales nos hacen sentir calmados y seguros. Por eso la pandemia, al hacernos evitar o restringir el contacto social por miedo al contagio, supone un reto también para nuestro sistema nervioso.

Cualquier persona sabe que el concepto 'trauma' es básico en el mundo de la psicología y que, cuando hablamos de pandemia, también se  aplica. Para superar un trauma, conviene sentirnos vivos en el presente, más que reconsolidar la memoria de lo que hemos vivido. Un trauma puede causar desregulación emocional y conductual, a la vez que provoca inmovilidad y aislamiento, un estado físico de abatimiento en el que nos sentimos desbordados por las circunstancias. Una persona traumatizada percibe el mundo como peligroso y amenazante y, por lo tanto, tiene tendencia a dar unos significados a la situación que no se corresponden con la realidad, que se pueden concretar en creencias del tipo “no tengo salida”, “no me merezco…”.

Sentir miedo es adaptativo. Nos ayuda a protegernos. Por lo tanto, no queremos crear una resistencia, suprimirla o controlarla, sino observar momento a momento lo que nos pasa en el cuerpo y ganar conciencia de nuestra experiencia interna: las sensaciones del cuerpo, las imágenes que nos lleva la mente, nuestras conductas, los afectos y los significados que les damos.

Para superar esta situación y minimizar el coste emocional, hay que invertir tiempo cada día en crear siete 'momentos' o 'espacios', que serían los nutrientes para conseguir una salud mental óptima. El momento de concentración, centrados en objetivos profesionales o personales. El momento de la reflexión interna, atentos a nuestros sentimientos, pensamientos, sensaciones, imágenes, que contribuye a integrar. El momento de la conexión con personas, que activa y refuerza los circuitos relacionales del cerebro. El momento de jugar, de creatividad y nuevas actividades, que promueve nuevas conexiones neuronales. El momento de conectar con el cuerpo en movimiento y disfrutando de lo que hacemos, bailar, caminar, correr, practicar un deporte, hacer unos estiramientos en un descanso..., que promueve el bienestar mental, físico y emocional. El momento de no hacer nada, de relajación, de dejar fluir los pensamientos, sin sentirnos culpables, que ayuda a recargar. El momento del sueño, durmiendo de siete a nueve horas de calidad aseguramos que se consolidan los aprendizajes y nos recuperamos de las experiencias del día. Cuando hagamos estas actividades, resultará imprescindible que tengamos en cuenta tres pilares básicos que figuran entre los mejores predictores del bienestar general: poner atención, conciencia e intención amable en lo que estamos haciendo. Esto, así de simple, en relación con la naturaleza y la cultura, contribuirá a que nos sintamos más felices y saludables. 

Sabemos que la crisis económica del 2008 incrementó los trastornos mentales en un 15%. Ahora, cuando nos parece que la pandemia lleva camino de eternizarse en nuestras vidas, es más importante que nunca ser conscientes de cómo nos puede alterar y afrontarlo con optimismo. Llevar a la práctica los simples consejos que nos aporta la investigación no cambiará la realidad, por supuesto, pero nos puede ayudar a vivir mucho mejor nuestro día a día.