Un escenario de recesión

Otra vez la economía pospandemia

Los gobiernos, también el español, están practicando políticas fiscales muy expansivas para solucionar el impacto de la crisis a corto plazo, pero no están tomando medidas estructurales para mitigar los problemas en el largo plazo

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Antonio Argandoña

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Hacer predicciones, y más de futuro, es algo arriesgado. Pero difundir esas predicciones, aunque sean inciertas, puede ser un servicio al mundo de los negocios, no por las predicciones en sí, sino por los argumentos que las sostienen. Me atrevo, pues, a predecir algunos caracteres de la economía poscovid-19. En concreto: es probable que nos encontremos con una recesión de larga duración. Veamos por qué. 

La tasa de crecimiento potencial de las economías avanzadas, también la española, era débil antes del confinamiento, y seguirá siéndolo, porque el crecimiento de la productividad seguirá siendo bajo. ¿Razones? El cierre de muchas empresas: la demanda la atenderán las que sobrevivan, pero se producirá –se produce ya- una pérdida de capacidad productiva. Un desempleo elevado y de larga duración, con la consiguiente pérdida de capital humano. Una reducción de la inversión, que significa menor crecimiento del equipo. Problemas duraderos en algunos sectores importantes. Y, a plazo más largo, otra pérdida de capital humano, por los problemas en el sector educativo: la cuestión no es si los niños y jóvenes pasarán curso, sino qué conocimientos y capacidades habrán desarrollado durante la crisis.  

Desigualdad y malestar social

Algunas empresas mantendrán su rentabilidad, pero otras la verán reducida, de manera también duradera. Una manera de recuperar esa rentabilidad es reducir el peso de la mano de obra, mediante innovaciones tecnológicas o comprimiendo el crecimiento de los salarios. La estructura del mercado laboral español no favorece la adaptación flexible de las empresas: mercado dual, con mucho peso de los contratos temporales y a tiempo parcial; inseguridad sobre el mantenimiento del empleo y sobre las perspectivas de ocupación en el futuro; rigidez de unos salarios y exceso de flexibilidad de otros… El resultado puede ser una acentuación de la desigualdad en la distribución de la renta, que provoque malestar social y auge del populismo. 

Los gobiernos, también el español, están practicando políticas fiscales muy expansivas para solucionar el impacto de la crisis a corto plazo, pero no están tomando medidas estructurales para mitigar los problemas en el largo plazo. El nivel de <strong>deuda pública</strong> seguirá creciendo, poniendo un límite a la libertad de maniobra de los gobiernos a la hora de decidir sus políticas económicas. Ojalá me equivoque, pero me temo que veremos mucho cortoplacismo en los próximos años.

El aumento del endeudamiento público va acompañado del crecimiento del crédito al sector privado, como medida para combatir la recesión a corto plazo. Esto provocará tensiones financieras, pero no, probablemente, una crisis, si se mantienen las políticas monetarias expansivas –que tendrán que mantenerse, si no queremos que el Banco Central Europeo nos lleve a esa crisis financiera–. En todo caso, tipos de interés muy bajos, rondando el 0%, favorecerán el endeudamiento público y privado, el sostenimiento de empresas de dudosa solvencia y la desviación de los recursos hacia esas empresas y hacia el sector público, no hacia las actividades innovadoras, que promuevan el crecimiento. 

Otra consecuencia de esos tipos de interés bajos es el castigo del ahorro: si usted contaba con el dinero colocado en un fondo para su jubilación, no espere rentabilidades decentes, a no ser que aumente el riesgo. Y por ahí sí pueden venir burbujas o movimientos especulativos, que provoquen crisis financieras, porque las políticas de los bancos centrales han conseguido desconectar el valor de los activos de sus fundamentales, es decir, de lo que gobierna la rentabilidad de las empresas. Y esto provocará también volatilidad en los mercados financieros internacionales, probablemente en forma de carreras de los inversores para llevarse sus dineros de unos países a otros. 

El covid-19 nos ha obligado a pensar en el corto plazo: cómo frenar la recesión hoy. Cada vez más, nos invita a alargar nuestra mirada: cuándo saldremos de esta, cuándo volveremos a los niveles de PIB del año pasado, dónde estaremos por estas fechas en el 2021… Mis reflexiones anteriores pretenden prolongar nuestra visión en un periodo más largo todavía. No pretendo asustar a nadie, pero es bueno saber cuáles son las tendencias que se presentan a largo plazo, para acomodar nuestras expectativas y, sobre todo, para prepararnos. Si mis previsiones son creíbles, ¿en qué condiciones podrá hacerles frente su empresa?

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