Dos miradas

Tensar la cuerda

La inhabilitación del 'president' invita al colapso, a causa de un gesto innecesario en el que se valoraba más la conveniencia partidista que la continuidad institucional

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su discurso institucional de la Diada.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su discurso institucional de la Diada. / periodico

Josep Maria Fonalleras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es probable que la primera intención del 'president' Torra al desobedecer las órdenes de la Junta Electoral fuera proclamar la evidencia de una desmesura, quizá basada en un ordenamiento jurídico, sí, pero del todo alejada del sentido común, porque la pancarta, que contenía, por supuesto, un mensaje político, no debería haber sido nunca el objetivo de un tribunal que buscaba hacer diana en proclamas justas, aprovechando un marco legislativo temporal y acotado.

La segunda intención, reafirmada después en la vista en la que Torra se autoinculpó, era tensar la cuerda. No con declaraciones simbólicas desde el balcón de la Generalitat, sino a través de una minucia administrativa que debía desembocar en una inhabilitación que no admite comparaciones con la memoria de los días infaustos, pero que invita al colapso, a causa de un gesto innecesario en el que se valoraba más la conveniencia partidista que la continuidad institucional, dañada por la represión y por la venganza, sí, pero también herida por un cálculo mezquino, es decir, carente de generosidad moral. Un juego de apariencias que nos lleva a futuros inciertos en unos tiempos donde la incertidumbre es la divisa.