Dos miradas

Sube el telón

Ante el virus, el teatro es seguro. Pero es mucho más: un salvoconducto a nuestra humanidad

'Esperando a Godot'

'Esperando a Godot'

Emma Riverola

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Los escenarios vuelven a vibrar. La emoción retorna a las plateas. También llegan las dolorosas mordeduras de la pandemia. Esas butacas vacías que las medidas de seguridad imponen y que delatan las múltiples pérdidas, ausencias que nos recuerdan la inquietud del momento. “Catástrofe” fue la palabra que utilizó Daniel Martínez, presidente de la empresa teatral Focus, para calificar la anterior temporada. Y frente el destrozo, el ánimo, el inconformismo. Los teatros se conjuran para vestir sus carteleras de esperanza.

En un presente (con voluntad de futuro) en el que las pantallas adquieren un exceso de protagonismo, en unos días en que los contactos presenciales se reducen y la distancia social se cuela en los afectos, la empatía anda amenazada. Peligra nuestra capacidad de ponernos en la piel de otros. Y ahí está el teatro. Una oportunidad única de ver (ver de verdad) rostros y emociones, de sentir otras realidades, otras vidas, de romper la frialdad de las pantallas y explorar más allá de nuestra mirada. Ante el virus, el teatro es seguro. Pero es mucho más: un salvoconducto a nuestra humanidad.