IDEAS

Un brindis por Katherine Ryan

Aunque no haya suficiente alcohol en este mundo para el mal trago que es la vida, nos esperan cosas como su serie 'La marquesa' para celebrar que los filtros sociales son destructibles

Katherine Ryan, en un fotograma de la serie de Netflix 'La marquesa'

Katherine Ryan, en un fotograma de la serie de Netflix 'La marquesa' / periodico

Mónica Vázquez

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La gente habla poco de los filtros sociales. Esa preciosista y tremenda herramienta de gestión emocional que te permite conectar con los demás según los parámetros establecidos por quién sabrá; ese conocimiento supuestamente intrínseco al ser humano que nos ayuda a encajar en el puzzle de una sociedad que de tan compleja a veces parece imposible. Pero los filtros no vienen de fábrica. No son parte de la programación básica del ser humano. No son transferibles y, aunque pueden servir para lubricar las relaciones humanas, para algunas personas son montañas escarpadas imposibles de conquistar, un enigma indescifrable que eleva la complejidad de la interacción social hasta el punto de preferir quedarte en casa, que, si nos ponemos a pensarlo, ya tenemos suficientes amigos.

Los filtros, como todo en la vida, no son iguales para todos. Hay quien se puede permitir prácticamente cualquier cosa, y hay quien participa en el juego de la vida en nivel superexperto, en constante situación de peligro y desconcierto, traduciendo su frustración a una crispada sonrisa, tragándose las palabras que necesita decir, pensando que, con suerte, ya las dirá algún día. El uso activo de los filtros podría considerarse como un maquillaje social, pequeños toques que te permiten encajar mejor en un mundo hostil que no quiere ver que hay detrás de la pretensión de normalidad.

Las mujeres, por poner un ejemplo, sabemos bien cómo funciona el juego de los filtros. Aprendemos a reciclar nuestra realidad, consumiéndola a sorbitos de rabia, procurando no atragantarnos con las ganas de golpear la mesa (cualquiera, la que esté más cerca) y gritar que todo es una mierda. Pero a veces hay que coger un micrófono, marcarse un especial en Netflix y tirar a la basura todos los filtros que la sociedad espera de nosotros. Que, aunque para muchos no haya suficiente alcohol en este mundo para el mal trago que es la vida, nos esperan cosas como el monólogo de Katherine Ryan 'Glitter room', o su nueva serie 'La marquesa', para celebrar que los filtros son destructibles y que pase lo que pase una copa de vino al día, da alegría.

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