Opinión | Editorial
La emergencia climática no cesa
La urgencia de la pandemia absorbe buena parte de los esfuerzos políticos y sociales, pero su desafío no debe eclipsar la lucha contra el cambio climático, una amenaza de efectos devastadores. Greenpeace, Ecologistas en Acción e Intermón Oxfam, siguiendo la senda de oenegés de otros países, han demandado al Estado español por incumplir los compromisos de reducción de emisiones. Las previsiones actuales sitúan la disminución de gases para el 2030 en un 23% respecto a 1990, muy lejos del 55% que reclaman a la UE diversas sociedades científicas. Sequías, aumento de incendios, deforestación, subida del nivel del mar y lluvias torrenciales son algunos de los efectos nocivos del cambio climático. Una situación que afecta especialmente a España y a los países más vulnerables.
La acción de las tres oenegés españolas se suma a los litigios presentados por un total de 39 organizaciones ecologistas de todo el mundo. Países como Estados Unidos, Alemania o Francia se enfrentan a sus demandas; también algunas empresas multinacionales contaminantes. Aunque la sentencia en España fuera favorable a los ecologistas, el Tribunal Supremo carece de instrumentos legales para ejecutarla, pero es evidente que aumentaría la presión política y social.
Una presión a la que se sumará de forma contundente la Unión Europea. Así, en línea con las tesis científicas, la UE prevé fijar para el 2030 una pauta intermedia de reducciones de emisiones del 55% respecto a niveles de 1990, muy por encima del 40% pactado hasta ahora. De hecho, los eurodiputados han pedido incrementar el objetivo hasta un 60%. En el horizonte, se plantea la completa descarbonización de la economía europea en 2050.
Frenar el cambio climático no admite dilaciones. Sus efectos, algunos ya perfectamente visibles, amenazan la salud humana. Algunas de sus trágicas consecuencias son el aumento de mortalidad por los fenómenos extremos y el incremento de alergias, enfermedades respiratorias y ciertos tipos de cáncer. Acelerar la transición ecológica y reducir la emisión de gases contaminantes requiere tomar decisiones valientes. Un ejemplo de ello es la implementación de la Zona de Bajas Emisiones que comporta la prohibición de circular vehículos contaminantes por cinco municipios del área de Barcelona. Son medidas que necesitan la implicación de la ciudadanía, pero también el diseño de alternativas por parte de las Administraciones pertinentes. Un medio ambiente sano es un derecho humano y la única garantía de futuro.
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