Desde Sabadell
El mango superlativo
Voy en busca de ejemplares malagueños, menos lesivos para el medio ambiente que lo trasatlántico
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con una quincena de libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona'. Entre las últimas publicaciones, 'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' y 'San Elvis, ruega por nosotros. Crónicas de un tiempo irreverente'
Pau Arenós
Los supermercados son un monocultivo. Mismas marcas, mismos productos, la uniformidad en paquetes transportables. En estas democracias defectuosas que habitamos, solo somos iguales ante un paquete de arroz o un bote de mayonesa. El mundo está en manos de unas pocas etiquetas. El jefe de Spectra ya no acaricia un gato sino una pizza de marca blanca. La cesta de la compra es más aburrida que los dibujos checos de nuestra infancia.
A poca distancia de casa, tengo cuatro súpers del tamaño de mamuts, aunque estos sitios donde hace frío son inextinguibles, lo que afecta necesariamente a las tiendas del barrio. Pese a los pronósticos al estilo del economista Niño Becerra, que tiene el mejor nombre de torero de todos los tiempos, una pareja de rumanos inauguró una frutería hace unos pocos años. Solemos abastecernos allí o en el Mercat Central porque cada vez que caemos en la tentación del súper nos preguntamos si existe el árbol del porexpán.
Al volver de vacaciones los rumanos aún estaban cerrados, así que la búsqueda de otras fruterías nos llevó al centro de Sabadell, donde entramos en un colmado tradicional que se ha ido sofisticando. Y allí estaban los mangos superlativos. Nunca los había visto de ese tamaño y peso. Intentamos consumir proximidad y coherencia y vi que, aunque el pepinazo procedía de Málaga, no cumplía ni con lo uno ni con lo otro. En Andalucía cultivan mangos y aguacates desde hace décadas, pero desde el punto de vista de la soberanía alimentaria son los colonizadores de las frutas.
Uno de los mejores mangos de todos los tiempos. Presa del mangonicidio, seguí en busca de lo malagueño, menos lesivo para el medio ambiente que lo trasatlántico. Lo encontré en el Mercat Central, pero de menor calibre. Rico también. Los rumanos abrieron la última semana de agosto y, oh, maravilla, el mango andaluz estaba en su tienda como si la conquista avanzase. El suyo está en la categoría de peso pesado: más de 700 gramos. Sé que en cualquier momento aparecerá uno de dos kilos. Y que el melón y la sandía le plantarán cara.
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