NO SOLO FÚTBOL

Koeman, la esperanza de los gordos

Koeman, en el penúltimo entrenamiento previo al duelo con el Nàstic.

Koeman, en el penúltimo entrenamiento previo al duelo con el Nàstic. / periodico

Josep Martí Blanch

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Son malos tiempos para los gordos. Los higienistas tiránicos que gobiernan el mundo nos tienen en el punto de mira. ¡La grasa es la verdadera epidemia del Siglo XXI!, dicen al alimón. Gimnasios, ensaladas y ropa Slim son el Triangulo de las Bermudas en el que se esfuma la antigua dignidad de la redondez.

La barriga, antaño símbolo de quien tenía la cabeza en su sitio y había aprendido con el paso de los años a vivir con placidez, es desde hace ya un tiempo la expresión material de la dejadez y el desorden moral y psíquico.

Los gordos son, y más ahora que los médicos, epidemiólogos y dietistas se han adueñado de la Tierra, un recordatorio de la falibilidad y la debilidad humanas en tiempos de cuerpos semi computarizados programados para la eternidad (¡o eso creen los tontainas!)

Aunque no todo está perdido para los corpulentos (este es el eufemismo preferido de los que coleccionamos michelines para referirnos a nosotros mismos). La última esperanza de los rellenitos se llama Ronald Koeman. No es asunto menor para nosotros que el banquillo del Barça esté comandado por un culo y una barriga como Dios manda en un hombre que se acerca a los sesenta.

Lo elegante

Si la temporada va bien y el equipo da la talla, la gordura puede convertirse otra vez en tendencia y revertir el esquelético signo de esta época de juegos del hambre que nos toca vivir.

Como quiera que además Koeman es norteño, y aquí en el sur todo lo que viene de allá nos parece, en nuestro provincialismo, que por fuerza ha de ser no sólo mejor, si no infinitamente mejor, la prescripción puede que sea incluso más efectiva. 

Porque seamos claros, no es lo mismo estar gordo al estilo Jesús Gil, en paz descanse, que estarlo con la elegancia hanseática del nuevo míster azulgrana. Koeman no solo va a dar consuelo a los que ya somos pesos pesados en el presente, si no que va a alentar a ganar quilos a los que no paraban de dar la brasa presumiendo de tipillo y comprándose en el mercadillo ropa que imitase la de Guardiola o Luis Enrique.

La dieta del fútbol

Si la temporada va bien, estar como una bola y tener problemas de corazón, el pack de Koeman, lejos de convertirnos en un hazmerreir puede que acabe encumbrándonos a los puestos más buscados de Tínder. En cambio, si el equipo se desmorona y el regreso del holandés a can Barça no viene salpicado de éxitos, volveremos al hoyo de la vergüenza y no habrá rancho que nos consuele, por generosas y aceitosas que sean las raciones y por más pan que podamos mojar.

Es un acierto casual además que las formas orondas sean un modelo que seguir en estos tiempos de histeria pandémica en los que la dieta del futbol seguirá siendo televisada. Por los clavos de cristo que no se vive con la misma tranquilidad de espíritu estar en el sofá tumbado a lo Homer Simpson, rodeado de cerveza, patatas y cacahuetes, viendo un partido y sumando las calorías de una semana en noventa minutos, si el realizador de turno es lo suficientemente considerado como para mostrarnos de tanto en tanto las generosas formas de Ronald Koeman. Todo cuadra. Los gordos hemos iniciado la reconquista del deporte. Avisados quedáis los escuchimizados.

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