Dos miradas

Bassa y el indulto

Admiro la sinceridad de Dolors Bassa, alejada de los maximalismos, cercana a la más íntima necesidad de no tener que sufrir, de no tener que volver a la prisión

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Josep Maria Fonalleras

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Conozco poco a Dolors Bassa, pero mantengo una relación cordial en la distancia y conozco su entereza y determinación no solo por las cosas que hace o que dice, sino también porque amigos comunes me hablan de ella. Es una mujer con una integridad colosal y es también una persona normal, como tantos de nosotros, comprometida con varias causas, convencida, tenaz. Y también débil, como todos nosotros, que no estamos hechos de materiales puros, sino que vivimos en la impureza y la fragilidad de los días.

Por eso quería escribir de Bassa, condenada como sabemos a 12 años de prisión. No hace mucho, en una entrevista en RAC-1, dijo: "Yo no quiero ser mártir, no soy Nelson Mandela". Y, en este mismo contexto, a pesar de entender que solo hay una solución política posible que pasa por la amnistía, abogaba a favor del indulto, porque "si con un indulto podemos salir a la calle, ¿por qué me he de quedar en prisión? ". Salir es, para Bassa, la prioridad, "porque la cárcel solo es sufrimiento", y a fe que lo sabe. No habla por hablar. Por ello, admiro esa sinceridad, alejada de los maximalismos, cercana a la más íntima necesidad de no tener que sufrir, de no tener que volver.