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Singapur más cerca

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Rosa Massagué

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Habrá que ver las caras de los negociadores británicos y europeos cuando este martes se sienten a la mesa para una nueva ronda negociadora que debería alcanzar el acuerdo sobre la futura relación entre la Unión Europea y el Reino Unido. Apenas 24 horas antes de la reunión estallaba la bomba nuclear que puede llevar directamente a un ‘brexit’ sin acuerdo. A un ‘brexit’ duro no, durísimo. El Gobierno de Boris Johnson, asentado cómodamente en una mayoría de 80 diputados, quiere que el Parlamento le apruebe una ley que invalida algunos de los puntos del tratado que el mismo primer ministro firmó.

“Todo lo firmado debe ser respetado”, ha dicho Michel Barnier, el negociador europeo. Es decir, 'Pacta sunt servanda', uno de los principios en que se basan el derecho civil y el derecho internacional desde la época de los romanos. El Acuerdo de Retirada entre la Unión Europea y el Reino Unido por el que este país dejó de pertenecer a la UE el 31 de enero de este año es, y no casualmente, un acuerdo internacional. "Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe", según estableció en 1968 la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados. Ni obligación ni buena fe.

La bomba ha sido pues lanzada por Johnson y además con la exigencia de que el acuerdo sobre la futura relación, que es lo que se negocia en Bruselas, debe estar completado antes del 15 de octubre. Un ultimátum pues cuando a lo largo del año Londres no ha manifestado ninguna prisa ni ha querido solicitar una extensión temporal de la negociación. Es más, el primer ministro aseguraba que un no acuerdo es una buena salida.

Desastrosa gestión

Hay quien interpreta este órdago como una cortina de humo cara a la galería británica dada la desastrosa gestión del covid que, además de sus dramáticas consecuencias, ha tenido un efecto no menos tremendo y es la peor recesión registrada en aquel país. Otra línea de pensamiento viene avalada por la constante lluvia fina que va cayendo desde el cielo de Downing Street acerca de la deseabilidad de un ‘brexit’ sin acuerdo.

Los argumentos son los clásicos utilizados desde el primer momento antieuropeo: recuperar el control, ejercer la soberanía y tal y tal. Palabrería para disimular lo que podría estar cocinándose, un ‘Singapur on Thames’, según una expresión en circulación desde hace algún tiempo, un semiparaíso fiscal con impuestos muy reducidos, escasa regulación y puertas abiertas a la inversión con el empujón de las ayudas de Estado a las empresas. Y resulta que uno de los puntos de la nueva ley que Johnson presentará al Parlamento se refiere a estas ayudas.

Igualdad de condiciones

Se suponía que las negociaciones deberían conducir a una igualad de condiciones de modo que las dos partes no se perjudicasen mutuamente, a un ‘level playing field’ como había acordado en su día Theresa May. Sin embargo, Johnson ya anunció que lo ignoraría. 

La posibilidad de un ‘brexit’ sin acuerdo está muy cerca. Vienen muchas curvas y muy cerradas con riesgo de descarrilamiento. ¡Abróchense los cinturones, británicos y europeos!  

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