Opinión | Editorial

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La continuidad de Messi

Entre la estrella y Bartomeu debería imponerse la mesura para que los resultados y el respeto al aficionado sean lo único que importe

Leo Messi, en la entrevista a Goal.

Leo Messi, en la entrevista a Goal. / periodico

Leo Messi y la directiva del FC Barcelona debían haberse ahorrado el lamentable espectáculo de 10 días al que han sometido a los aficionados del club. Ha quedado claro que ninguna de las partes ha estado a la altura de la grandeza que exige una entidad como el Barça. Ni la frivolidad con la que la junta presidida por Josep Maria Bartomeu venía tratando desde hace tiempo la continuidad del jugador, ni las formas con las que la estrella intentó cerrar su relación con el club tienen, a la vista de cómo se ha desarrollado y acabado la historia, justificación alguna.

Mirando al futuro es una excelente noticia que Messi y el Barça no deban verse las caras en los juzgados en lo que hubiese supuesto un final ignominioso para todas las partes y para la historia de la entidad. También lo es, en el plano deportivo y económico, que el mejor jugador de la historia del fútbol vista la camiseta del Barça como mínimo un año más. No hay motivo para dudar de la entrega de Messi, un ganador nato, durante el tiempo que esté a las órdenes del nuevo proyecto de Ronald Koeman.

Pero el final teóricamente feliz del embrollo, a las puertas del inicio de una nueva temporada, no evita que la situación sea de un equilibrio precario. El jugador ha dicho claramente que se queda en contra de su voluntad y, además, ha dirigido graves acusaciones contra el presidente del Barça. Queda dibujado así un escenario que puede desbordarse nuevamente ante cualquier vicisitud negativa. Particularmente, como siempre en el fútbol, si el juego y los resultados, no acompañan al equipo. Es por ello que entre ambas partes, jugador y directiva, debería imponerse la mesura que haga posible un mínimo entendimiento y una convivencia pacífica en la que los resultados y el respeto al aficionado sean lo único que importe. No va a ser fácil. Messi puede negociar abiertamente con otro equipo a partir del 1 de enero y el escenario institucional del club no va a ser precisamente un mar en calma, puesto que la inminencia de las elecciones hará que indefectiblemente aumente la temperatura emocional entre la afición y los socios .

El último capítulo de la relación entre el Barça y Leo Messi está por escribir. Nadie puede afirmar con certeza que es lo que va a suceder en el futuro, ni tan siquiera si esta será la última temporada del jugador bajo la disciplina azulgrana. Pero hay una incertidumbre que sí debiera darse por resuelta. Es la que atañe al modo en el que el club y Messi deben decirse adiós en el caso que éste sea el final que, cuando acabe la temporada 2020-2021, nos depara la historia. El crack argentino debe marcharse con el estadio coreando su nombre, y él con lágrimas en los ojos y dando las gracias a la masa social barcelonista que lo ha encumbrado hasta lo más alto y que, de forma mayoritaria, sigue idolatrándolo a pesar del desafortunado burofax. Mientras tanto, hará bien la afición en seguir disfrutando del privilegio de gozar del espectáculo del fútbol con el mejor jugador del mundo en su equipo. El futuro siempre está por escribir y en el presente, Messi, sigue de azulgrana.