Peccata minuta

Messi Poppins

Quede para la historia culé que a eso de las seis de la tarde del 4 de septiembre del 2020 Peter Pan creció de golpe a los acordes de 'Donde dije digo, digo Diego'

Leo Messi besa la camiseta del Barça.

Leo Messi besa la camiseta del Barça. / periodico

Joan Ollé

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Cuentan que al pintor belga René Magritte (“Ceci n'est pas une pipe”) le ofrecieron el privilegio de mostrarle el edificio de la ONU, a lo que respondió, asustado: “¿Visitar despachos? No, gracias”. Es exactamente lo que me ocurre con el Barça: me divierte su fútbol -o no-, pero en absoluto lo que pueda cocerse en sus palcos, pasillos, antesalas y mazmorras.

La prensa especializada cargó duro contra Bartomeu como presunto villano de sala y alcoba responsable del rebrote epidémico que hoy sufre el Barça, pero Leo Messi no salió indemne: fue acusado de menospreciar a la afición y casi de 'botifler'. ¿Qué más quería la hueste blaugrana después de haber gozado como locos durante 20 años de un profesional fuera de serie? ¿Que les telefonease personalmente uno a una explicándoles que hay un tiempo para el hola y otro para el adiós?  ¿Que tanguease “adiós, muchachos” acompañado por su padre al bandoneón sobre el césped regado de lágrimas negras del Camp Nou?  Messi es un gran productor de emociones ajenas desde un cerebro de precisión argentina más cercano a Borges que a Perón. La institutriz Mary Poppins se lo dejó muy claro a los afligidos hijos del banquero Banks antes de irse volando bajo su ñoñísimo paraguas: “Otros niños me esperan”.

Sí, el desencuentro -dejando gloria y pasta aparte- hay que leerlo en clave infantil: a un niño le gusta jugar y ganar al fútbol con los de su clase; un buen día el director expulsa del centro a su mejor amigo y la dolida criatura insta a sus padres a matricularle en una nueva escuela donde reencontrarse con su antiguo maestro.

Como aquel que nació mudo y a los 40 pide a su madre: “¿Me pasas la sal, por favor?”. Conmoción de los presentes: besos, abrazos, lágrimas, ¡milagro! Y a las temblorosas preguntas sobre su prolongado silencio, él responde “¿Por qué hablar si hasta hoy todo había ido bien?”. Messi fue aún más allá en su silencio: si el psicokiller Koeman ejecuta a su colega Suárez por teléfono, ¿por qué no imitarle a través de un gélido burofax?

Quede para la historia culé que a eso de las seis de la tarde del 4 de septiembre del 2020 Peter Pan creció de golpe a los acordes de 'Donde dije digo, digo Diego' (¿Maradona?). Mikel Laboa, patriarca de la canción vasca, cantaba en su 'Txoria txori': “Si le hubiese cortado las alas / habría sido mío, / no habria escapado. / Pero habría dejado de ser pájaro / y a quien yo amaba era al pájaro”.