La cháchara

Pedro Sánchez inicia con Pablo Casado, su ronda de contactos con los partidos políticos

Pedro Sánchez inicia con Pablo Casado, su ronda de contactos con los partidos políticos / periodico

José Luis Sastre

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En política, como en lo demás, si uno habla mucho es porque tiene que decir muy poco, y sería eso por lo que Pablo Casado primero y María Jesús Montero después alargaron sus comparecencias para explicar cómo había ido la reunión entre Casado y Pedro Sánchez. Es probable que por esa misma razón el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición despacharan durante dos horas para acabar entendiéndose en tan poco. Luego, el Gobierno y el PP llenaron de palabras la sala de prensa –Montero habló de decepción y Casado del chavismo, porque Venezuela hay que tenerla siempre a mano-, aunque en verdad la historia se resuma en que no hay acuerdos ni rupturas. Sánchez busca otros socios y al PP no le interesa. Es un balance simple para el rato que echaron pero podría ser peor, lo que revela la expectativa con la que partíamos. 

Casado volvió a incidir en que a él no le presiona nadie, que es una manera sutil de pedir socorro por las presiones que recibe. Le presiona Cayetana Álvarez de Toledo, que se queda en casa para vigilarle desde dentro. Al cabo, fue él quien la invitó. Y le presiona Vox, que ha anunciado una moción de censura y solo con recordarlo basta. No ha hecho falta siquiera que aparezca Santiago Abascal. En vista de que el giro de Ciudadanos no le ha dado rédito electoral a Inés Arrimadas -los sondeos de momento no lo muestran-, Casado ha dejado de decirle a Sánchez las cosas que le decía, que si era el caos y se creía Napoleón, pero ha decidido situar a su partido enfrente, sin posibilidad de acuerdo en lo fundamental por mucha crisis que haya.

Por eso dio tantas vueltas en la rueda de prensa, porque si estás diciendo que no en un momento así necesitas que parezca un 'casi casi' o un 'así no', como él mismo llegó a afirmar, pero lo único que queda de la cháchara es el no. El Gobierno, que es experto en lanzar eslóganes como el último de 'España puede', ha acertado en colocar el marco -Presupuestos sí o no- y ha atrapado a Casado en él. Consciente de que ya le habían atado los pies, el presidente del PP llegó a decir que los Presupuestos o la renovación del poder judicial son cosas de periodistas y políticos, que razón no le falta por mucho que convenga no confundirse: que no se hable de ello a todas horas no significa que no importe. Si no hubiese cuentas públicas y se quedase dinero europeo por el camino, el efecto sería innegable en la gente. O sea, en los votantes. 

Y como esto iba de lo que podían decir -el relato, lo llaman- ahora el Gobierno ya puede quejarse de que le ha pedido apoyo a Casado para unas cuentas que en realidad no le ha mostrado y Casado le ha contestado que no, un no de dos horas. Liberado Sánchez de esa presión, afronta otra: decidirse entre Ciudadanos y Esquerra sin que su Gobierno emita más ruido. El dilema, para Sánchez y para los demás, no es tanto Presupuestos sí o no, sino Presupuestos o populismo, que sería lo único que ganaría si, en plena crisis y con los contagios al alza, son incapaces de acordar lo básico. Por eso dice tanto que Abascal esté hablando ahora tan poco, a la espera de lo que pase.

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