SIGUE EL CAOS EN EL BARÇA

El Cupra de 'Barto', con otro 'Barto'

Un aficionado culé recibió así al padre de Leo Messi.

Un aficionado culé recibió así al padre de Leo Messi. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Veamos, no crean que la historia se centra en la cutrez del burofax. En la insensatez de que los dos contendientes (y perdonen el término pero es que, llegados a esta altura del combate, no se me ocurre otra definición) llegasen a recurrir al mismo despacho de abogados. O en la incomprensión, por parte de cualquier ejecutivo serio, de cualquier CEO de una gran empresa como es la familia Messi, de que el mandamás, papá Messi, es decir, Jorge, estuviese, tan feliz (¿tranquilo?, pues al parecer sí) en su Rosario natal, mientras en Barcelona se preparaba la hoguera de la vanidades alrededor de su hijo, la gallina de los huevos de oro para un sinfín de familias (y el Barça, claro).

Veamos, están pasando cosas que nunca creímos que iban a suceder, de verdad. A Jordi Alba le ha crecido el pelo. Perdón, se ha hecho un trasplante, dicen. Sergio Busquets, al que le han dicho que se tiene que bajar su inmenso sueldo, ha ido a entrenar dos o tres días antes de lo que le tocaba. ¡Por fin!, Ivan Rakitic se ha ido al Sevilla. Y, sí, esta vez es verdad. Y papá Messi, que acaba de llegar, lo ha hecho en el jet privado que se compró su hijo por 15 millones de dólares, un flamante Gulfstream V, matrícula LV-IRQ, que despegó del aeropuerto Fisherton, de Rosario, y, 13 horas después, dejaba a Jorge en la terminal de vuelos privados de El Prat. Por cierto, el jet, cuando despliega la escalerilla para subir a la nave, cada escalón lleva los nombres de Mateo (el primero), Ciro, Thiago, Antonella y, finalmente, el último escalón se llama Leo.

Persecución 'a lo Shakira'

No, no, esperen, no acaba aquí la historia que arrancó con el cutre burofax y el despido de Cuatrecasas por parte del Barça. Ayer hubo persecución a lo Shakira, a lo Brad Pitt, por todo Barcelona. Es más, el conductor del Toyota de los Messi, que recogió a Jorge en las oficinas de su fundación, frente al hotel Príncesa Sofía, camino del restaurante ‘La Foccacia’, se saltó algún que otro semáforo.

Y, como los reporteros le perdieron la pista, decidieron repartirse entre el club, la ‘Joan Gamper’, la casa de Leo en Castelldefels y un dúplex que posee la ‘Pulga’ en Reina Elisenda (no diré el número, aunque todo el mundo lo sabe), frente al Consulado de EEUU, en Pedralbes, osea que seguro, seguro, es el pisazo, pues tiene a la CIA de custodio. Y¡ojito!, que ya les digo que esto no acaba así, de pronto, apareció por allí uno de los hijos de Josep María Bartomeu con el flamante Cupra de papá, ¡que coche más fantástico, de verdad! ¡que potencia de caballos! Jua, jua, era el coche de 'Barto', con otro 'Barto'. Dicen que por casualidad, pero el muchacho se quedó patidifuso y se fue al rato.

En serio, que lo regalen o que pidan 700 millones de euros por él, pero acabemos con este circo, de lo contrario ‘Sálvame’ acabará abriendo los telediarios. De verdad, regalen a Leo o cobren por él, o vayasen todos, todos, JorgeRodrigo (el hermano de Leo), el verdadero 'Barto', Óscar Grau, a la buhardilla del precioso edificio de Cuatrecasas y que uno u otro firme la claudicación. Porque, a nosotros, lo que realmente nos preocupa no es regalar o vender a Leo Messi, sino frenar, de nuevo, el coronavirus y, me temo, que protagonizando persecuciones masivas de reporteros y público añadido, lo único que vamos a generar son más contagios.