Ulises tomando cañas

Para mí, Ulises está en 'El muerto vivo' de Peret, de parranda y tomando cañas mientras lo daban por muerto

Terraza de un chiringuito de playa de Barcelona, el 25 de mayo del 2020

Terraza de un chiringuito de playa de Barcelona, el 25 de mayo del 2020 / periodico

Miqui Otero

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Cuantas menos ganas tienes de volver a casa, más tardas en hacerlo. Pondré dos clásicos como ejemplo: un amigo gallego y la 'Odisea', de Homero. Dos clásicos. Cuando sabía que tendría que retirarse después de una noche de jarana, pero sobre todo cuando sabía que todavía no había llegado el momento de hacerlo, mi colega Xesús solía entonar su frase favorita: "Marcho, que teño que marchar, que xa vai sendo hora de ir para a casa". En ese momento empezaba la prórroga, que podía durar tanto, o más, que el propio partido.

Algo parecido le sucedía a Ulises, el protagonista de la historia más célebre de la literatura universal. La 'Odisea' pasa por ser ese poema épico que narra las desventuras y luchas de un héroe que pretende volver a casa durante toda una década. Este agosto la he vuelto a leer, en la espectacular edición que ahora lanza Blackie Books, y algo me ha quedado claro: Ulises se parecía un poco a Xesús.

De esos diez años de penurias, se pasa nada menos que ocho en brazos de diosas y mujeres bellísimas. Con Calipso se tira siete en la isla de Ogigia, colmado de vino y entrecot al punto y jadeos. Cuando se tiene que ir, "lo encuentran en la playa con los ojos llenos de lágrimas", pero aun así "se retiran al interior de la cueva y disfrutan del amor en mutua compañía hasta que aparece la hija de la mañana, Aurora de dedos sonrosados". Una despedida amarga, vaya. En el

Canto X cae en brazos de Circe, dueña de un palacio brutal rodeado de bosques, que se enamora de él. Le dice que se quede a beber y comer hasta recuperar las fuerzas. Lo siguiente que sabemos es que el campeón estira el 'after' un año: "Cuando pasó el año y se volvieron a alargar los días, mis hombres me dijeron: Señor, es hora de empezar a pensar en volver a casa". O de marchar, que tienes que marcharte, que, Ulises, ya va siendo hora.

Para mí, Ulises está en 'El muerto vivo' de Peret, de parranda y tomando cañas mientras lo daban por muerto. En 'Vuelvo a casa', de Los Chorbos, que regresa a su hogar, de donde se fue "sin palabras", llorando porque no le han hecho caso fuera, "harto de tantas falsedades". En 'Leaving on a jetplane', de Sinatra, que llora por, como dice el título, abandonar a su mujer e irse en un jet privado. También está, por ejemplo, en el Sandino de 'Taxi', la trepidante novela de Carlos Zanón (pero aquí Sandino ya es plenamente consciente de por qué no vuelve y no le echa la culpa a otros).

Por eso se releen los clásicos, con nueva luz y perspectivas. Para descubrir que quizás Ulises, pese a ser un héroe tan valiente, no quería volver. Y que nosotros, pobres y cobardes antihéroes, no queremos volver tampoco, porque estábamos muy bien leyendo una historia de hace 3.000 años y porque tememos todo lo que nos depararán los próximos tres meses.