MIRADOR

Una pregunta angustiosa

Europa está haciendo su trabajo para la reconstrucción. ¿Están preparados los líderes políticos españoles, y también los empresariales, para hacer el suyo?

Comercios cerrados en la calle de Ferran de Barcelona, el viernes pasado, 7 de agosto

Comercios cerrados en la calle de Ferran de Barcelona, el viernes pasado, 7 de agosto / JORDI COTRINA

LUIS MAURI

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El perímetro de la realidad es cristalino. No deja lugar a dudas sobre la devastación que encierra, tampoco sobre las condiciones indispensables para una reconstrucción merecedora del nombre. Pero la acción política se enreda a menudo en ensoñaciones viscosas. Alucinaciones insistentes, cuando no cálculos privativos, cicateros o espurios, que activan una pregunta angustiosa. 

EL PERÍMETRO DE LA REALIDAD. Casi 30.000 muertos y medio millón de infectados en España, contagio desbocado en la <strong>segunda ola de la pandemia</strong>, presión creciente del covid en el sistema de hospitales.

Crisis económica de dimensiones bíblicas, con un desplome histórico del PIB (-18,5% en el segundo trimestre de este año, que se eleva hasta el -22,1% en tasa interanual). <strong>Tierra quemada en los sectores yonquis del turismo</strong>, la primera industria del país: el comercio, la hostelería y el transporte caen hasta el -40,4%.

Casi 800.000 parados más y 42.000 empresas menos que hace un año, además de 1,2 millones de trabajadores despedidos temporalmente con un erte (en el cénit de la primera ola de la pandemia, en abril, llegaron a ser 3,4 millones).

La depauperación social enciende todas las luces de emergencia. Cáritas atiende a casi el 60% más de personas necesitadas de comida y vivienda que antes del covid. El virus anuló en apenas un par de meses el bálsamo de la recuperación tras la crisis financiera pasada. La exclusión se ceba con millares de familias condenadas al trabajo sumergido, sin derecho a escudo laboral ni habitacional.

LA ACCIÓN POLÍTICA. A diferencia de una década atrás, la UE afronta esta crisis mastodóntica con un programa de ayudas solidario. Puro <strong>instinto de supervivencia</strong>. Si Europa hubiese fallado esta vez, el loco galope del populismo euroescéptico habría estremecido los cimientos de la Unión.

España, después de Italia el mayor receptor de los fondos de la UE para  la reconstrucción, se juega con los 140.000 millones que le han sido asignados en subvenciones y créditos, no solo la salida de la crisis, sino cómo quiere ser el país a medio y largo plazo. España ante la disyuntiva. O impulso real de la economía industrial, verde y digital, o vuelta al empacho inane de autovías y rotondas, muchas superfluas y muchas otras, fuente de comisiones ilegales. La UE verificará si las solicitudes se ajustan a o no a los criterios del plan. En última instancia, una suma de proyectos inadecuados podría desembocar en un recorte factual de los fondos asignados.

LA PREGUNTA ANGUSTIOSA. No pasará otro tren igual en muchas décadas. España bulle en la discusión pública. Normal, el momento es estratégico, vital. El problema es que la discusión apenas se ciñe a la búsqueda de puntos comunes sobre los que levantar los pilares de la reconstrucción. El griterío va de cómo debilitar al rival político (fuera del partido o dentro de él) de la forma más rápida y efectiva posible. Cómo aprovechar la calamidad para descabalgar al adversario. No es nada nuevo, claro. Lo que sí es nuevo es la hondura del precipicio.

Europa está haciendo su trabajo. ¿Están preparados los líderes políticos españoles, y también los empresariales, para hacer el suyo?

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