DOS MIRADAS

Le llaman diálogo

La pugna por el uso de la marca Junts per Catalunya se ha convertido en un sainete que ha llegado a los tribunales

El 'expresident' Carles Puigdemont, en un acto celebrado en Perpinyà, el pasado 29 de febrero

El 'expresident' Carles Puigdemont, en un acto celebrado en Perpinyà, el pasado 29 de febrero / EFE / DAVID BORRAT

Emma Riverola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La batalla por la marca de Junts per Catalunya está alcanzando el sainete. Lo más jocoso: la judicialización que ha tomado el asunto. Cosas veredes. Todo empezó el aciago otoño del 2017, cuando la coalición de CDC y PDECat (diferentes nombres para una misma cosa) crearon el artefacto de JxCat a la medida de Carles Puigdemont. El 155 se había impuesto en Catalunya y el escurridizo 'president' ya andaba en Bélgica. ¿Recuerdan aquella rueda de prensa en Bruselas? Una glosa al talante dialogante independentista y una diatriba contra el muro del Estado español.

Puigdemont le sobra todo lo que interfiere a sus intereses. Sin percibir el hueco que hay entre él y su ensoñación de Catalunya, se cree el dueño de la situación y del partido que pusieron en sus manos. Así, no ha dudado en sustraer las siglas para su nueva formación particular. Sin más opciones que tragar o tragar, el PDECat ha demandado a JxCat por el uso del nombre. Los senadores afines a Puigdemont han abandonado el PDECat por "poner a los tribunales por delante del diálogo". Curiosa apelación al diálogo. Curioso modo de llamar a la coerción.