GESTIÓN EMOCIONAL DE LA PANDEMIA

No todo irá bien

El "todo irá bien" representa la fantasía de la individualidad que piensa que no es importante hacernos cargo juntos de lo que vendrá porque lo hará alguien otro

Pancarta con la frase "Todo irá bien", en un balcón de Barcelona, el pasado 18 de marzo

Pancarta con la frase "Todo irá bien", en un balcón de Barcelona, el pasado 18 de marzo / periodico

Irene Jaume

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Yo no sé si nos volverán a confinar, lo que sí sé es que no quiero volver a ver multiplicado por todo el mensaje "todo irá bien". No quiero porque lo encuentro falso, postizo y fantasioso. No todo irá bien, de hecho no está yendo, pero el imperativo social de ser felices y buscar la parte buena de todo con que nos han bombardeado parece que ha tenido algún efecto. Reconozco que la pequeña esperanza que albergaba en que el covid-19 serviría para que aprendiéramos algo en relación a las desigualdades que nos rodean ya la he aparcado en un párking de las afueras.

La pandemia, aparte de los efectos que todos ya sabemos o intuimos, también tendrá sus efectos emocionales. Y aquí es donde me viene a la cabeza Almudena Hernando, arqueóloga y autora del ensayo 'La fantasía de la individualidad' (Traficantes de Sueños, 2018). Aparte de brindarnos una nueva mirada interesantísima sobre los procesos históricos que han configurado las desigualdades entre hombres y mujeres y la construcción del sujeto moderno, nos adentra en la aventura de descubrir que la individualidad masculina está basada en una fantasía, en una idea falsa: que puede existir un individuo autónomo de la comunidad y una razón separada de la emoción. Estas convicciones, que inundan nuestro sistema económico y patriarcal, hacen que la mayoría de los hombres nieguen las emociones, los vínculos (y su importancia), y los deleguen en las mujeres, sostenedoras históricas de estas esferas.

El "todo irá bien", para mí, representa la fantasía de la individualidad que piensa que no es importante hacernos cargo juntos de lo que vendrá porque lo hará alguien otro, que no es importante imaginar nuevos escenarios para todos porque lo arreglará la mano invisible, que no es importante sentir, que todo está bien si producimos y consumimos. Quiero reivindicar las palabras de Hernando cuando dice que solo sintiéndola la vida puede ser pensada (y transformada, añado yo). Que es sentir lo que da sentido. Y creo que, si todos fuéramos conscientes, quizá la gestión emocional y vital de esta pandemia no sería un sálvese quien pueda y se parecería más a un ir juntos de la mano.