AL CONTRATAQUE

¿Se queda?

Me resulta sorprendente que Cayetana Álvarez de Toledo, que ha demostrado que las rigideces de los partidos no van con ella, esté amagando con mantener el escaño

Cayetana Álvarez de Toledo se dispone a atender a la prensa al salir del Congreso de los Diputados, después de ser destituida como portavoz del PP, el pasado 17 de agosto

Cayetana Álvarez de Toledo se dispone a atender a la prensa al salir del Congreso de los Diputados, después de ser destituida como portavoz del PP, el pasado 17 de agosto / periodico

Cristina Pardo

Cristina Pardo

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Hay una cosa en la que tiene razón Cayetana Álvarez de Toledo: su destitución como portavoz parlamentaria responde a un "cambio de criterio" del presidente del PP. Pablo Casado ha sido muy de derechas en los meses impares y muy de aparentar moderación en los meses pares. Eso ha hecho, por cierto, que sea percibido, en mi opinión, como un líder con una personalidad débil y gelatinosa. 

Tal y como ella ha explicado este martes en la COPE, Casado la fichó con el deseo de que diera la batalla ideológica contra la izquierda y el nacionalismo. Y eso es lo que hizo la exportavoz. El problema es que hasta el más inepto del PP es capaz de darse cuenta de que el tono de Álvarez de Toledo era demasiado duro, su discurso era muy inoportuno para los barones y su soberbia intelectual generaba interna y externamente más rechazo que aplausos. A mí me parece que ella es una persona inteligente y por eso, me parece una broma que venda su destitución diciendo que, para Casado, su manera de ejercer la libertad era un ataque a su autoridad. Qué va. El problema es que Álvarez de Toledo parecía defender la verdad absoluta, las esencias del PP, y a ella le hubiera gustado que todo el partido siguiera el camino que marcaba en cada declaración pública. Y eso era imposible.

El error, de hecho, fue nombrar portavoz en el Congreso a una persona con criterio propio, que ya había demostrado con anterioridad que las rigideces de los partidos no iban con ella. Álvarez de Toledo es una indisciplinada que, en el fondo, deseaba la disciplina de los demás hacia ella. Por todo esto, me resulta sorprendente que esté amagando con mantener el escaño, escudándose en la necesidad de no dejar desamparados a los catalanes que votaron al PP. Por esa regla de tres, nadie que haya sido respaldado en las urnas debería abandonar su puesto en ninguna circunstancia. Parece contradictorio que una vez destituida y después de acusar al partido de haber boicoteado su labor y de tener alergia a la libertad individual, Álvarez de Toledo se plantee permanecer en el rebaño. No le pega nada, la verdad.