Análisis

Vuelta al cole, apliquemos lo aprendido

La vigilancia epidemiológica ha ganado musculatura para hacer frente al reto de los positivos y sus contactos que, seguro, llegarán desde las escuelas y las empresas

Cola para hacerse la PCR ante una carpa sanitaria instalada en Sabadell, el pasado 6 de agosto.

Cola para hacerse la PCR ante una carpa sanitaria instalada en Sabadell, el pasado 6 de agosto. / periodico

Fernando G. Benavides

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Parece que haya pasado una eternidad desde el mes de marzo: seis meses. Superada -con un alto coste- aquella primera fase de la pandemia, y después de un periodo de brotes localizados, en julio y agosto, ahora todo indica que estamos abocados a una nueva ola que vendrá con la <strong>apertura de las escuelas</strong> y la vuelta del trabajo después de las vacaciones.

Pero hay una diferencia, nada menor, con aquella primera fase. En estos seis meses hemos aprendido, y mucho: ciudadanos, profesionales y políticos. Hemos hecho casi un máster en virología, inmunología y epidemiología. Los errores han sido una fuente importante en ese aprendizaje. Estos que difunden extrañas teorías actúan de mala fe, no son ignorantes, pues la información fiable está ahí, a su alcance. Los animo a leerla y estudiarla.

Una de las lecciones más importante que hemos aprendido es que para prevenir hemos de salir de los hospitales. Anticiparnos a que los pacientes lleguen al hospital. Detectar infectados, no enfermos (asintomáticos), mediante cribados es clave para romper la cadena de transmisión. Como nos señalaba tan pronto como el 16 de marzo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, cuando nos decía: "¡test, test, test!". Alemania le hizo caso desde el principio. España, ahora sí, cinco meses después. Actualmente disponemos de la capacidad técnica para hacerlo, por lo que es un buen momento para establecer protocolos de cribados selectivos relacionados con la vuelta al cole y a las empresas. ¡También a los inmigrantes que acaban de llegar!

Segunda lección aprendida: el test (PCR) es necesario, pero no es suficiente. Los casos positivos deben estar vigilados, junto a al seguimiento de sus contactos. Los famosos rastreadores han tardado en llegar, pero ya están aquí, posiblemente hacen falta más, pero la vigilancia epidemiológica ha ganado musculatura para hacer frente al reto de los positivos y sus contactos que -seguro- llegarán desde las escuelas y las empresas, principalmente.

Tercera. Las ayudas económicas a las personas aisladas, sea mediante el ingreso mínimo vital o la baja por incapacidad temporal, son medidas básicas para controlar la pandemia. Las personas aisladas deben ser cuidadas, si no no se aislarán. Así de sencillo. Si para cubrir su necesidades básicas, para ellos y su familia, han de salir, saldrán a buscarse la vida. Esta red de ayuda social también se ha desarrollado en estos meses, y hay que reforzarla para la nueva ola que viene. Los escolares que deben quedarse en sus casas aislados deben tener garantizada las necesidades básicas, y prever ayuda a los padres que deben cuidarlos.

Por último, hay que organizar bien esa vuelta al trabajo y a las escuelas. Es deseable, imprescindible, que volvamos al trabajo presencial y a las escuelas nuestros estudiantes. El teletrabajo y la teleenseñanza no puede convertirse en el modo habitual de nuestros quehaceres diarios. Para ello las medidas efectivas son: grupos pequeños, distancia física, buena ventilación, mascarillas e higiene. Es todo lo que tenemos. En cada caso hay que adaptarla, pero este es nuestro arsenal preventivo (no farmacológico). No hay más, y con ello hemos de evitar un segundo confinamiento masivo. Las consecuencias sociales, económicas y psicológicas tendrían un coste impagable. Apliquemos lo aprendido.

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