Sin gestos

El Primate Enmascarado

Mientras la amenaza del covid-19 siga planeando por Gotham, Metrópolis o Wakanda, aprendamos a asumir nuestra nueva identidad y responsabilidad

jordi serrallonga

jordi serrallonga / TRINO

Jordi Serrallonga

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Días atrás, acabé y envié el encargo editorial que ha alargado mi confinamiento. Fue el momento de reiniciar la muy esperada peregrinación por algunos de los santuarios del saber: las librerías. Así, armado de mascarilla, saludé a los amigos de Documenta y a la familia del AntifazComic. Junto a otras mecas del libro, resisten los embates de la compra 'online' pues se nutren de lectoras y lectores que, antes de dar con su nuevo tesoro bibliográfico, todavía necesitan perderse entre estanterías repletas de títulos.

No fue posible abrazarse ni besarse, ni tan solo darnos la mano, pero, separados por la mampara de metacrilato, allí estaba Carme; rodeada de cómics. Me habló de la pareja que entró pidiendo mascarillas: «¿Porqué no venden? Ustedes se llaman Antifaz». Sí, en efecto, el nombre fundacional del establecimiento -abrió en 1982- se inspiró en aquel mítico personaje, enmascarado, que luchaba contra el crimen: The Spirit. Y es que las máscaras son indisociables del mundo de los superhéroes, superheroínas y villanos. El artilugio evita que sean reconocidos cuando, tras fichar, regresan a la vida cotidiana.

El Guerrero del Antifaz no era de mi época, y descubrí a su creador, Manuel Gago García, mucho más tarde. Por lo tanto, a pesar de que en las publicaciones gráficas de Vértice se especificase «Solo para Adultos», crecí con los enmascarados y enmascaradas de Marvel; entonces Daredevil –tal como rememora Alfons Moliné– no era otro que el castellanizado Dan Defensor. Pero también brillaban Batman y Robin, sin olvidar a Catwoman. Una pequeña pieza de ropa facial permitía que Bruce Wayne, Dick Grayson o Selina Kyle mantuvieran el anonimato. ¿Seguro?

De pequeño, incluso de adulto, te crees las cosas y punto. ¿Spiderman trepa rascacielos por culpa de una picadura de araña? Pues claro que sí. La bolsa de la compra -de rejilla- era una telaraña y, con palos de madera -sables y floretes en potencia-, nos batíamos en duelo bajo la identidad del Zorro. Cosas del apellido familiar, yo prefería al bandolero y enmascarado Dick Turpin; pasaban la serie por la tele y se me antojó más canalla. Dibujábamos la Z en el aire y una cartulina mal recortada hacía las funciones de antifaz; mas algo no funcionaba. La veintena de niñas y niños espadachines nos reconocíamos sin problema alguno. ¿Cómo podía ser que Don Diego de la Vega o Kit Walker -El Hombre Enmascarado (The Phantom)- no fueran desenmascarados por su entorno? Y, peor aún, ¿cómo explicar que Clark Kent, con solo ponerse unas gafas, siguiera sin ser identificado en su faceta de Superman?

Estos días, todos somos hombres y mujeres enmascarados. Es cierto que, en ocasiones, nos cuesta escanear a algún conocido, pero, por lo general, acertamos poner cara al que está detrás de esa mascarilla quirúrgica, o de diseño 'fashion'. Otra cosa muy diferente, es conseguir adivinar su expresión. Intenté imaginar que Carme estaba sonriendo. ¿Atiné o andaba errado? Vivimos en medio de un inacabable baile de máscaras donde millones de personas se sienten confusas. Experimentamos la falta de uno de los muchos tipos de comunicación animal: la facial.

Charles R. Darwin, uno de los padres de la evolución, también fue pionero en el terreno de la etología. En 1872, publicó 'La Expresión de las Emociones en el Ser Humano y otros Animales'. Estudió cómo los rostros podían expresar estados de alegría, tristeza, agresividad, miedo, etc. Por supuesto que el Homo sapiens es poseedor de un lenguaje articulado, pero, al igual que otros seres vivos en la naturaleza, somos capaces de transmitir información gestual. Conviviendo con los cazadores-recolectores hadzabe de Tanzania y yolngu de Australia, he registrado complejos lenguajes por medio de las manos y el resto del cuerpo; por ejemplo, imitan animales. También nos comunicamos de forma química... olores que atraen o producen rechazo. Y, por supuesto, existen las expresiones faciales. Al observar a los chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes, y demás primates, puedes saber qué pasa por su cabeza; lo mismo que en perros y gatos domésticos.

Tras el confinamiento teníamos ganas de toparnos, cara a cara, con otros congéneres; y ahora desearíamos hacerlo sin la barrera que impone la mascarilla. Es el momento de valorar lo mucho que comunica una mirada, el tono de voz o un movimiento de manos. Y, mientras la amenaza del covid-19 siga planeando por Gotham, Metrópolis o Wakanda, aprendamos a asumir nuestra nueva identidad y responsabilidad: la del 'Primate enmascarado'.

*Arqueólogo, naturalista y explorador; colaborador del Museu de Ciències Naturals de Barcelona

Suscríbete para seguir leyendo