Dos miradas

La desmesura

Suárez se lamenta tras encajar en Lisboa uno de los ocho goles del Bayern.

Suárez se lamenta tras encajar en Lisboa uno de los ocho goles del Bayern. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Las derrotas, es mejor que sean contundentes y trágicas, con cantos elegíacos, más que escaramuzas que se evocan con un aire mortecino. Además, hay dos tipos de desfallecimientos. El que viene después de una batalla intensa, de un combate encarnizado, de la posibilidad de vencer desvanecida en el fragor de la lucha. Has hecho todo lo que era posible, y más aún: te has encomendado a los dioses y los dioses han sido esquivos. Emprendes la retirada cabizbajo, pero aún con el ansia de fundar Roma, que es la que tenía Eneas, "expulsado por el destino" después de la derrota de Troya y "de haber sufrido muchas miserias en la guerra".

De la segunda clase de derrotas puede hablar el Barça, que las ha acumulado con interés y persistencia, hasta el explícito, <strong>infame episodio de Lisboa</strong>. Trágico y contundente, también, pero sin el espíritu de quien aún respira sino con la desesperanza de quien contempla la caída como la señal de un hado inevitable. Una derrota como la del día del Bayern incluso fue bien recibida (en la tristeza desolada del perdedor resignado) porque había, en la magna tragedia, el anuncio de una purificación liberadora. La elegía reclama desmesura.