Opinión | Editorial

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Museos virtuales

Ni son almacenes ni deben ser meros destinos turísticos, sino un espacio de conocimiento activo y sociabilidad a través de varios medios

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Las restricciones impuestas por el confinamiento afectaron notablemente al sector cultural y, en concreto, al de los museos, un espacio donde la presencia física es inevitable y necesaria para poder disfrutar de las piezas artísticas. El contacto directo con una pintura o una escultura, esa especie de comunión estética y espiritual, se da de manera concluyente ante la pieza, en ese momento que la escritora Siri Hustvedt califica como «verdaderamente trascendente». Ante la imposibilidad de visitar el museo, de experimentar ese placer en directo, fueron los museos quienes apostaron por entrar en casa de los visitantes con iniciativas que ponían énfasis en la mirada, aunque fuera a distancia y a través de las redes. Propuestas como #LouvreChezVous o #MuseumFromHome del British han incidido en los recursos que se ponían al alcance del ciudadano para que no dejara de experimentar, en palabras de Max Hollein, director del MET, «consuelo, alegría e inspiración». Muchos de estos instrumentos ya estaban disponibles, pero se han acrecentado con la pandemia y aun en la etapa posterior. Mientras las visitas presenciales han disminuido (por la dificultad de circulación y por las trabas al turismo), las conexiones virtuales han aumentado, y siguen haciéndolo, en unos porcentajes altísimos. 

Las propuestas de los principales museos internacionales son muy diversas. Desde exposiciones digitales, 'tours' en línea y transmisiones en vivo de visitas comentadas, hasta una proliferación de blogs, historias en redes sociales o charlas y conferencias en 'streaming' a cargo de especialistas. Desde aplicaciones educativas a recreación lúdica de grandes obras a la relectura de los clásicos a los ojos de la modernidad confinada. El museo, como concepto, no es a estas alturas un almacén de obras, ni un destino turístico más, sino un espacio de sociabilidad y conocimiento activo. El cierre obligado inició un proceso de reconversión que potencia un nuevo tipo de relación, no solo circulando por internet a través de las salas sino asumiendo el legado cultural que encierra la institución. Sería recomendable que este tipo de proyectos se activara también en España. Con excepciones como el Prado o la Fundación Miró, los museos de aquí aún tienen mucho camino que recorrer.