Opinión | Editorial

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La UE y Bielorrusia, pendientes de Putin

Lukashenko no parece dispuesto a cesar la represión, mientras Rusia espera a hacer caer aún más el país en su esfera de influencia

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bielorrusia-manifestacion / periodico

Los 27 decidieron el miércoles no reconocer la legitimidad de los resultados de las elecciones presidenciales en Bielorrusia, que están siendo contestadas en las calles por la oposición al régimen de Aleksándr Lukashenko, con una participación que no parece encajar con los resultados presentados por el Gobierno (un 80% de apoyo al presidente).  El gesto de la Unión Europea, acompañado del anuncio de sanciones y de la redirección de las ayudas a Bielorrusia hacia las víctimas de la represión, las organizaciones sociales y los medios de comunicación independiente, ha servido a Lukashenko para agitar el fantasma de una intervención exterior de Occidente, militar incluso, que no cabe en la imaginación de nadie. Aunque la UE haya sido especialmente prudente, por ejemplo a la hora de no pedir explícitamente una repetición de las elecciones sino «acompañar una transición de poder pacífica», para no dar motivos para un incremento de la represión. Esta supuesta amenaza exterior también ha estado presente en las conversaciones bilaterales entre diversos líderes europeos y el presidente ruso, Vladimir Putin, que ha considerado «inaceptable» ejercer presión sobre Bielorrusia e interferir sobre su política interna. 

El hecho de que el interlocutor internacional en esta crisis sea el presidente ruso muestra hasta qué punto los movimientos de la comunidad internacional, e incluso la dinámica interna de la sociedad bielorrusa, van a pesar menos en cuál será la resolución que la decisión del Kremlin sobre el futuro de un país económicamente dependiente de Rusia.

El Gobierno bielorruso no parece tener la menor intención de aflojar su respuesta represiva a la disidencia; tras la actuación policial violenta en la calle ha pasado a apuntar a las personalidades de la sociedad civil, incluida la premio Nobel Svetlana Aleksiévich.  No está escrito que, pese a sentirse fuerte gracias al respaldo de Moscú, el régimen de Lukashenko sobreviva a esta crisis, sobre todo si la espiral de la contestación y la represión no cesa. Pero incluso si llega a producirse un cambio político, es difícil esperar que llegue sin la aprobación de Putin y sin que suponga precisamente un paso más en la integración en la esfera de influencia rusa.