Análisis

El gran guiñol de la guerra comercial

Mientras los elefantes chino y estadounidense se pelean por la hegemonía, la hierba que los padece es la del resto de la humanidad que asiste, perpleja y entretenida, al gran juego

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Alfonso Armada

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La noticia irrumpe silenciosa a través de las pantallas que han amueblado nuestro imaginario físico y mental: Apple ya vale dos billones de dólares. Según el 'flash' del 'New York Times', la empresa que soñó Steve Jobs “duplicó su valor desde la recesión inducida por la pandemia, cimentando su predominio en la economía mundial”. ¿Qué diría esta tarde de verano Antonio Machado, que trataba de inculcar a sus alumnos la diferencia entre valor y precio? 

Hay un juego muy serio que sobrenada la democracia y los derechos humanos y que tiene que ver con el dinero, y lo que el dinero proporciona, que es poder, que permite a su vez obtener más dinero en un círculo que la nueva moral calificaría de virtuoso. La forma que tiene el presidente chino Xi Jinping de legitimarse y perpetuarse es dándole a sus conciudadanos lo que más desean: un sistema que les permita enriquecerse y vivir mejor que sus predecesores. En la medida en que el mecanismo funcione, a la mayoría no le importará si su sistema es autoritario o capitalista-confuciano: el bienestar material lo blanquea todo. Es el mismo póker de Donald Trump, que ya ha empezado a mostrar su temor a no ser reelegido en noviembre frente al tándem Joe Biden/Kamala Harris: si no gana será por fraude. Como Xi, Trump sabe que si la gente siente el dinero en el bolsillo prestará menos atención incluso a la muerte, y votará prosperidad. 

Por eso conviene preguntarse qué hay tras la gran pugna entre las dos superpotencias realmente existentes, ¿qué hay detrás de los impedimentos cada vez más onerosos que la Administración de Trump ha puesto a la expansión de gigantes como Huawei, TikTok, ZTE, WeChat o Alibaba? Son los rivales del quinteto americano: Apple, Google (Alphabet), Amazon, Facebook y Microsoft. El predominio tecnológico, el predominio por antonomasia, toda vez que empresas limpias como las del quinteto han dejado atrás en cuanto a liquidez y proyección a sucias como General Motors o Exxon Mobil. 

A fines de julio los capos de Apple, Google, Amazon y Facebook tuvieron que comparecer ante el comité antimonopolio del Congreso. Son dos guerras que se libran en esferas distintas, aunque el mundo sea uno. Mientras los elefantes chino y estadounidense se pelean por la hegemonía la hierba que los padece es la del resto de la humanidad que asiste, perpleja y entretenida, al gran juego, a ese 'Game' que al escritor italiano Alessandro Baricco le sirvió para mostrar cómo la mecánica del videjuego ha transformado la política y la economía mundiales, empezando por la verdad. En palabras del autor de 'Seda': “El 'Game' ha actuado sobre el diseño interno, lógico, funcional de la verdad. Le ha hecho a la verdad lo que Jobs le hizo al teléfono”. 

El 17 de agosto el Departamento de Comercio prohibió a empresas estadounidenses y del resto de mundo que chips fabricados en Estados Unidos se utilicen en procesadores Huawei. Un nuevo asalto, y para 'The Economist', el 'knockout' contra Huwaei. Lo que está en juego no es solo dinero. No olvidemos que China es líder en inteligencia artificial, y que sus sistemas de reconocimiento facial y vigilancia están siendo empleados para someter a los uigures de Xinxiang (campos de 'reeducación' elogiados por Trump) y a todo chino. Ese es el juego del futuro, que ya llama a nuestras puertas, mientras en España seguimos ensimismados en guerras locales (bercianas) tan entretenidas como estériles.

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