Fútbol y política
El 2-8 y Catalunya
Aunque algunos en el Govern juegan peor que el Barça ante el Bayern, la comparación no es constructiva
Miquel Porta
Médico y epidemiólogo
Miquel Porta
Ocho goles no se encajan fácilmente. No solo el equipo en el campo, tampoco emocionalmente sus seguidores. 'Seguidor', de hecho, es una palabra insípida que solo vale para esa minoría de ciudadanos que siguen con distanciamiento los avatares del club, bendita sea su cordura; la mayoría somos apasionados disfrutones y sufridores del equipo. Para muchos el espectáculo deportivo es una fuente de emotividad, jolgorio y equilibrio. Por eso necesitamos encajar y digerir ese 2-8 increíble. Empezando por aceptar que estamos en 'shock'. Como en la política catalana.
Incluso con un 2 a 8 –y precisamente por lo escalofriante del resultado– algunos evitan hablar del tema y mirar a la realidad: que el "more than a club" (¿no le sonó artificioso al verlo en las gradas del Camp Nou ante el Nápoles?) debe solucionar problemas estructurales y funcionales muy graves. Ah, como Catalunya ¿no? Y más si quiere retener a Messi, el mejor jugador de la historia y de nuestras vidas (hemos tenido esta fabulosa fortuna). Eso sí que no nos atrevemos ni a pensarlo: Messi jugando en el City o en el PSG. ¡O en el Bayern!
Hace tiempo tuiteé: “Tal vez cuando #Messi se retire (los dioses no lo quieran) será momento de dejar de ver fútbol para siempre.” En ascuas estamos.
Parafraseando la pintada clásica de 1968 (“Marx ha muerto...”) podríamos decir que el Parlament está intubado, a Messi se lo comen (o le tientan) los demonios y Catalunya mismamente no pasa por su mejor momento. Ante todo ello ya veremos qué prescriben las prosaicas, serenas urnas, las del Barça y las catalanas. La pueril fantasía es que el tratamiento sea quirúrgico: bisturí preciso y resolutivo bajo la luz del quirófano, brillando entre vísceras y sangre. Lamentablemente para la metáfora, tanto en el caso del Barça como en el de Catalunya la anestesia es imposible. Así que.
La enfermedad es angustiante y el tratamiento, doloroso. Pero negarla es todavía más insano e inútil. Hay que digerirlo, encontrar medidas terapéuticas y aplicarlas. ¿Hablamos del Barça o de Catalunya?
¿Es el 2 a 8 una buena metáfora de la situación en Catalunya? Muy malos resultados epidemiológicos y socioeconómicos ante la pandemia, aunque rectificando y ojalá que mejorando. Muertes y ruina. Mil gestos inconsecuentes, ineptitud, deslealtad hacia dentro y hacia fuera. Malestar (y, ay, en otoño, cuando las horas de luz se acorten). Degradación a plena luz de los procedimientos de gobierno y de funcionamiento de demasiadas instituciones y empresas, cautivas de los más sectarios, corruptos o incompetentes... Muchos lo vemos, pocos hablan: el silencio del miedo es atronador. Como durante el 2-8.
Pero tanto en el Barça como en Catalunya hay mucha fuerza para la recuperación: montones de organizaciones y gente lúcida, decente. Capital social, inteligencia colectiva. Así que algo en la comparación chirría, como en tantas metáforas futbolísticas y quirúrgicas. Inquietante: no se sabe si esas fuerzas podrán doblegar a las causas que nos han llevado hasta aquí. ¿Disfrutaremos de un Messi otra vez ‘triomfant’?
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