El futuro de la monarquía

Leonor y lo que tiene que ser

Los temores heredados ya no dibujarán los interrogantes. ¿Para qué sirve la Monarquía?, esa será la cuestión

Los Reyes, con la infanta Sofía llevando una muleta (tercera por la izquierda) en Petra, el 10 de agosto del 2020

Los Reyes, con la infanta Sofía llevando una muleta (tercera por la izquierda) en Petra, el 10 de agosto del 2020 / periodico

Emma Riverola

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Las crónicas recogen la pregunta que una niña formuló a la princesa Leonor en Mallorca: “¿Qué quieres ser de mayor?” El interrogante fue zanjado por Letizia, “lo que quiere no, lo que tiene que ser”. Es decir, las cartas del futuro están marcadas para la princesa.

No tengo ni idea de cómo se explica a una hija que los cuentos de reinas y princesas son una realidad para ella. Lo que es evidente es que pronto debe desaparecer cualquier resquicio de magia. Con 14 años, Leonor ya sabe que su árbol genealógico está plagado de exilios forzosos, que familia y negocio andan juntos y que su nombre aparecerá en los libros de historia. Aún es una incógnita en calidad de qué.

Aunque el concepto de la monarquía casa mal con el siglo XXI, es cierto que algunas democracias europeas lucen sin dificultad a sus soberanos. No es este el caso de España. Ni Juan Carlos I ha sido un modelo de nada en los últimos lustros, ni Felipe VI ha sabido crear las complicidades necesarias para justificar una figura anclada en un modelo de Estado vetusto.

La petición de un referéndum sobre la Monarquía no es un clamor. Aún no. Azotados por la pandemia y por una aguda crisis económica, el temor a una mayor desestabilización impone cierta sordina a las críticas. Así, el principal valor de la Corona tiene poco que ver con sus virtudes. Por encima de todo, pesa la preocupación del desencaje que pueda provocar su ausencia. ¿Aguantará el tablero del Estado? El temor no es nuevo. La Transición se hizo como se pudo, las piezas encajaron con calzador y tambaleantes, y se quedó el temor al cambio. Mejor no meneallo.

En un juego de hipótesis, Leonor podría ser reina de España dentro de cuatro años. La idea no deja de resultar un anacronismo perturbador. Más aún en un mundo de precariedad, de desigualdad creciente y con el ascensor social averiado. Por una simple cuestión temporal, los temores heredados ya no dibujarán los interrogantes. ¿Para qué sirve la Monarquía?, esa será la cuestión. Y nadie se conformará con un “tiene que ser”.