ANÁLISIS AZULGRANA

Que nos dejen de mentir, por favor

Quique Setién, durante el Barça-Nápoles de anoche e el Camp Nou.

Quique Setién, durante el Barça-Nápoles de anoche e el Camp Nou. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Estaría bien que tanto el presidente del Barça como el entrenador, ya no digamos los jugadores, los 'cracks', las estrellas, que son los primeros en silenciar las verdades, tratasen, primero, de no tomarnos por tontos; segundo, de contarnos la verdad, ni siquiera ya lo que piensan, simplemente la verdad; y, sobre todo, que nos consideren a todos lo suficientemente maduros como para explicarnos lo que todos vemos, sentimos e intuimos, es decir, que se está acabando (si es que no se ha terminado ya) el ciclo de la excelencia y que, después de que fracasasen estrepitosamente los tres (casi) milmillonarios fichajes (Coutinho, Dembélé Griezmann), tenemos que seguir tirando de Leo Messi, que, a la edad de Cristo, a los 33 años, continúa, no solo siendo imprescindible (esperemos que ese tobillo no le impida ser la tabla de salvación, el viernes, ante el Bayern de Múnich) sino que debemos seguir adorándole y consistiendo, sí, que haga, mande y organice como le dé la gana al Barça.

Lisboa-2020 será la primera vez en la que el Barça persigue la Champions sin haber ganado, previamente, la Liga. Las cinco Copas de Europa culé han sido con 'doblete'

Desde luego, a los que no nos podemos creer son a Josep Maria Bartomeu y a Quique Setién. La conferencia de prensa posterior a la victoria ante el Nápoles (3-1) del ‘mister’ que contemplaba las vacas fue lamentable. Fue de entrenador de equipo pequeño, que es en lo que se ha convertido el Barça de su mano, después de prometer la grandeza cruyffista. No se pueden decir tantas mentiras como dijo Setién: hicimos presión alta durante muchos momentos (no es cierto); el Nápoles es un gran equipo (menos cierto aún: 7º de la Serie A, a 21 puntos de la Juventus); la primera parte fue extraordinaria (por favor, empezó con 10 minutos lamentables y un poste de los italianos); hemos defendido muy bien (hay que verlo) y no tenemos armas para dominar y controlar el partido durante los 90 minutos “nadie puede hacerlo”.

Yo creo que la afición del Barça es lo suficientemente madura como para saber la verdad: Setién, Messi, Piqué y Busquets han decidido jugar conservador, saben que no pueden recuperar la excelencia, saben que ya no están para ser dueños del reloj, del juego, del control, de la sala de máquinas y, por tanto, han de parapetarse en el centro del campo, cerrar filas atrás, rezar para que Ter Stegen haga uno (o dos) milagros por partido, que Messi meta uno (o dos) golitos y ganar los partidos y, quién sabe, si la Champions (el Real Madrid ha ganado más de una últimamente jugando así), con trazas de equipo menor, nada de City, Bayern o PSG.

Que nos hablen ¡ya! del futuro

Y no pasa nada por reconocerlo, por planearlo, por decirlo, por explicarlo, por contarlo, ¡no pasa nada!, los vamos a querer igual y, tal vez, los admiremos mucho más por explicar la verdad: ya no somos superiores a nadie, lo que no significa (se vio en las celebraciones ante el Nápoles) que no nos vayamos a dejar la vida (o casi) por conseguir, en solo tres partidos, la sexta Champions. Desde luego, a mi entender, es preferible la verdad que mantenernos en el engaño cuando todo el mundo ve lo que está ocurriendo y a lo que juegan. Y, ahí, Setién ha de ser el primero en desmentir que juega “a lo que proponía Johan Cruyff”.

Es la primera vez que el Barça va a intentar ganar la Champions sin haber ganado la Liga (casi escribo: tras haber desperdiciado la Liga). Porque no ha habido Copa de Europa (Wembley 1992 y 2011; París 2006; Roma 2009 y Berlín 2015) sin doblete. Cinco de las 26 Ligas que posee el Barça han ido acompañadas de la ‘orejona’. Y ese es un reto hermoso, duro, competitivo, difícil pero alegre, ilusionante y esperanzador cuando la plantilla gloriosa se apaga.

Pero, por favor, cuéntenlo, expliquen lo que tenemos y qué pensamos hacer, cómo vamos a jugar para que no se nos note que no somos los de antes, aunque seguimos compitiendo con ardor, y reconozcan, porque lo vimos ante el Nápoles, que esos chicos a los que el presidente llama “presente y futuro” (Ansu Fati, Iñaki Peña, Ludovit Reis, Júnior Firfo, Monchu, Riqui Puig, Konrad de la Fuente, Ronald Araújo, Óscar Mingueza y Sandro Orellana), de momento, no se mueven del banquillo.

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