Opinión | EDITORIAL

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El salvavidas del Barça

Conquistar la Champions no solucionaría todos los problemas de fondo que padece el club, pero los dejaría de momento en segundo plano

Los jugadores del Barça felicitan a Clément Lenglet tras marcar el primer gol contra el Nápoles, este sábado en el Camp Nou

Los jugadores del Barça felicitan a Clément Lenglet tras marcar el primer gol contra el Nápoles, este sábado en el Camp Nou / periodico

La memoria es débil y, además, el impacto de la pandemia ha hecho que se hayan diluido en una especie de magma antiguo toda una serie de episodios que estaban en el candelero a primeros de marzo. En el caso del Barça, conviene no olvidar ciertos detalles que ocurrían entonces y que nos hablaban de una profunda crisis institucional, en el periodo final del mandato de Josep Maria Bartomeu: polémica de Leo Messi con Éric Abidal, por la sustitución apresurada de Ernesto Valverde por Quique Setién; el conocido como 'Barçagate', que se saldó sin responsabilidades para el presidente pero con dudas sobre la gestión; la polémica sobre la rebaja de sueldo de los jugadores, y la dimisión de seis directivos del club.

En el momento de la reanudación de la competición, la crisis, lejos de amainar, se recrudeció en el terreno deportivo. La debilidad de los azulgranas en la Liga permitió que el Madrid prácticamente se paseara hasta ganar el campeonato, las declaraciones de pesos pesados de la plantilla echaron más leña a la división en el vestuario y se conocieron operaciones tan extrañas como el intercambio entre Arthur y Pjanic con la Juventus, sin olvidar el complicado momento económico de la entidad, con un descenso notabilísimo de los ingresos y con graves dificultades financieras.

Ante esta situación, la Champions se presentaba como el salvavidas de la temporada. Plantarse en Lisboa para disputar la singular fase final de este año era lo mínimo que podía exigirse al Barça, aun a pesar de los déficits futbolísticos, de la mediocridad en el juego y de la escasez de la plantilla. Así ha sido. Sin alardes, pero atendiendo al espíritu de competitividad que reclamaba en la previa Messi, el Barça se ha plantado en una 'final a 8' en la que todas las posibilidades están abiertas. Tres partidos a cara o cruz que podrían desembocar en un título que se percibe como una tabla de salvación inesperada. No se solucionarían todos los problemas de fondo que padece el club, pero es evidente que una Champions los dejaría momentáneamente en segundo plano. El camino no es sencillo y está lleno de obstáculos, pero no sería la primera vez que un equipo debilitado se alza con la 'orejuda'. Conviene atarse el cinturón, porque este agosto promete noches emocionantes.