Opinión | EDITORIAL

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Guerra fría tecnológica

De aquí a las elecciones de noviembre, Trump multiplicará sus gestos proteccionistas frente a la pujanza china

Descarga de la popular 'app' Tik Tok, en un iPhone

Descarga de la popular 'app' Tik Tok, en un iPhone / periodico

La nueva guerra fría es cada día más una contienda económica y por la hegemonía tecnológica entre Estados Unidos y algunos de sus aliados y China. Las dos órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Donald Trump para prohibir toda clase de transacciones con la compañía que comercializa la red social Tik Tok, muy popular entre los adolescentes en EEUU y Europa, y WeChat, muy utilizada por ciudadanos chinos residentes en el extranjero, son un paso más en un ambiente enrarecido por cruces de reproches y la necesidad del presidente de levantar cabeza en las encuestas. No hay una sola prueba de que Tik Tok y WeChat acumulen más datos de sus usuarios y de forma más opaca a cómo lo hacen otras aplicaciones muy difundidas, pero al invocar la seguridad nacional para imponer tales restricciones, Trump se aferra a un viejo argumento que le fue muy útil en la campaña del 2016 para movilizar a una parte importante de sus votantes, castigados por la competencia de la industria china.

La pretensión de la Casa Blanca de que Tik Tok transfiera a una compañía de Estados Unidos la parte de negocio que tiene en el país es factible y compleja al mismo tiempo. Primero, por el número de cuentas a gestionar, unos cien millones; segundo, por la cuantía de la operación. La multinacional <strong>Microsoft parece dispuesta</strong> a afrontar la inversión, pero es harto improbable que ByteDance, la compañía propietaria de Tik Tok, cumpla la condición de poner la totalidad de sus programas a disposición de una empresa no china.

El plazo de 45 días dado por Trump para que se concrete la operación es, por lo demás, poco realista y no pretende otra cosa que encarar la recta final de la campaña con un as en la manga: o la cancelación de la operatividad de Tik Tok o su transferencia a una empresa del país. A la vista de los antecedentes –los obstáculos a la adopción de tecnología china 5G, la tirantez por la expansión de Huawei–, es improbable que se serenen los ánimos sea cual sea el desenlace de esta crisis. Por el contrario, parece inevitable que de aquí a la elección del 3 de noviembre se multipliquen los desplantes y el proteccionismo extremo que defiende Trump, sobre todo en el sector tecnológico, donde China parece haber cogido la delantera.