VACACIONES EN MENORCA

De hormigas y 'cuques'

Ellas son las que viven aquí todo el año, esperando que un descuido, un cambio de viento o una nueva brecha en las baldosas te recuerde de quién es la isla en realidad

La Cala en Porter de Menorca, con multitud de hamacas vacías por la falta de turistas, el 29 de julio

La Cala en Porter de Menorca, con multitud de hamacas vacías por la falta de turistas, el 29 de julio / periodico

Núria Iceta

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En casa siempre hemos sostenido que Menorca no está hecha tanto de roca como de hormigas. Pueden aparecer de golpe y hacer evidente la invasión o te pueden recordar sencillamente su existencia en el nombre de unos arrecifes que ahora ya no ves porque los árboles han crecido. Ellas son las que viven aquí todo el año, desde siempre, no sabes dónde pero en todas partes, esperando que un descuido, un cambio de viento, una nueva brecha en las baldosas de la cocina o una hilera que enfila un agujero en medio del camino te recuerden de nuevo de quién es la isla en realidad.

'El rastre blau de les formigues' que describe con versos Ponç Pons es verlas en prosa en verano acarreando permanentemente una miga de pan o invadiendo la cazuela del pollo. Son la imagen de una actividad incesante y una organización metódica en la acumulación para hacer acopio para el invierno. Pienso inmediatamente en ellas al llegar a la isla con las primeras conversaciones con los amigos de aquí. "¿Cómo nos las apañaremos este invierno?". La preocupación por la ausencia casi general del turismo extranjero combina el miedo inmediato a no poder ahorrar lo suficiente con la reflexión, que esperemos que no llegue demasiado tarde, sobre el modelo económico de la isla a medio y largo plazo. Ellos han podido esquivar el miedo al contagio como lo hemos vivido nosotros en la ciudad.

Después de un invierno extraño y una primavera confinada, todos hemos querido salir de nuestro hormiguero, coger un poco de aire, prepararnos para un nuevo invierno incierto. Para mí está siendo también un retorno al placer de la lectura y supongo que por eso todos los libros que me he traído hablan de verano. Acabo 'Junio', de Gerbrand Bakker (Rayo Verde nunca falla), y le digo al estimado Julià Guillamon que ya tengo sus 'Cuques'. Le envío un vídeo de una de las que corren por el jardín de casa. Le digo que no me hacen mucha gracia (excepto el insecto bola y las mariquitas) y él me dice que no sufra. Que el libro va sobre todo de personas. Ya es eso. Abro el libro y acabo este artículo, el número 100, que publico en este diario.