Opinión | Editorial

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El tsumani pujolista que no cesa

Seis años después de la confesión de Pujol, el espacio convergente no se ha recuperado aún del impacto y sigue buscando una reencarnación

Jordi Pujol y Marta Ferrusola

Jordi Pujol y Marta Ferrusola

Seis años después de aquel comunicado en el que el expresident Jordi Pujol admitió que tenía una cuenta corriente en el extranjero oculta a Hacienda, no es aventurado afirmar que el espacio político que él creó y dirigió durante años no se ha recuperado aún de la onda expansiva del impacto de esa confesión. Seis años después, los diferentes herederos de Convergència siguen porfiando para reconstruir un espacio político que fue hegemónico en Catalunya y en el nacionalismo catalán y que ahora lucha por serlo en el independentismo.  Pero al mismo tiempo que la pugna entre el PDECat y el Junts de Carles Puigdemont (sin dejar de lado otras formaciones como el Partit Nacionalista de Catalunya de Marta Pascal) marca parte de la agenda política catalana, de los juzgados siguen llegando noticias que recuerdan que la explosión del espacio convergente giró en gran medida en torno a una cifra que lo resume todo: el 3%.

<strong>Esta semana el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata propuso juzgar a los exgerentes de CDC Daniel Osàcar, Andreu Viloca y Germà Gordó,</strong> además de a una cuarentena de personas físicas y jurídicas entre las que figuran Convergència y el PDECat, por los delitos de organización criminal, fraude a las administraciones públicas, cohecho, tráfico de influencias y blanqueo de capitales en el caso 3%. <strong>Hace dos semanas, el mismo juez dio por concluida la causa abierta a la familia Pujol y envió a juicio a todos sus miembros</strong> por formar una organización criminal que, aprovechando su posición privilegiada en la vida política, social y económica catalana, acumuló un patrimonio relacionado con actividades corruptas.

La contundencia de las acusaciones y el hecho de que el mismo sistema de corrupción se dio en diferentes épocas (a los casos referidos hay que añadir, por ejemplo, el 'caso Palau'), hace inevitable llegar a la conclusión de que se trataba de un sistema institucional, consustancial a la posición hegemónica que ostentaba Convergència y sus dirigentes en la sociedad catalana.

Tanto el PDECat primero como después Junts se han esforzado por alejarse de esta cara oculta del pujolismo y de Convergència. Es tarea compleja, ya que aún hoy es fácil encontrar en ambas formaciones a nombres que participaron de aquellos tiempos no tan lejanos. A la hora de evaluar quién es el heredero auténtico de aquella Convergència es un ejercicio interesante comparar nombres ya prominentes entonces y ver en qué planeta del universo posconvergente orbitan ahora. Lo cierto es que son pocos los que reivindican la política de pactismo, moderación y lealtad institucional que también fueron expresión del pujolismo. El espacio convergente fue azotado por dos tsunamis, la confesión de Pujol y el ‘procés’, que se entrelazaron. Las consecuencias han sido perversas, ya que la moderación ha quedado manchada por la corrupción. Y así suceden cosas como que el ‘president’ de la Generalitat se ausenta de foros trascendentales para Catalunya, como la conferencia de presidentes de esta semana. Hay quien hace borrón y cuenta nueva de forma muy selectiva.