Puigdemont, "A propósito de nada"

Las personalidades mesiánicas suelen adolecer de ausencia de autocrítica

El 'expresident' Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo.

El 'expresident' Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo. / periodico

Olga Ruíz

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Son unos incomprendidos, se baten en soledad contra un enemigo poderoso al que otros no se atreven a hacer frente. Eso es justo lo que les diferencia, su insistente voluntad de redimirnos y liberarnos de la fatalidad más absoluta, a pesar del sufrimiento que les comporta, de la soledad más insoportable. Son mesías, seres de luz y existen. En Catalunya tenemos uno, el domingo volvimos a escuchar sus enseñanzas.

Carles Puigdemont ha decidido compartir su experiencia ante la adversidad con todos nosotros, lo hace en dos entregas coincidentes con las dos etapas de su causa. Acaba de publicar la primera que comprende el periodo desde su investidura hasta su todavía misteriosa huida. La ha titulado "Me explico" aunque sea una especie de deconstrucción del arte de explicarse; sigo sin entender como una editorial se ha atrevido a publicar un libro con fragmentos tachados. Puigdemont se ha promocionado en Tv3 que (en ocasiones) es como hacerlo en el salón de casa, donde siempre solemos ser los más guapos e inteligentes. De ahí la serenidad, el tono sosegado, la ausencia de incomodidades que cabría esperar en una entrevista política. Por resumir: le han decepcionado, se ha sentido solo, ha soportado dolores de cabeza causados por la presión y ha tenido que tomar decisiones muy complicadas.

A nadie se le escapa que Puigdemont sigue tomando decisiones y que alguna de ellas debería causarle el mismo dolor de cabeza que las de antaño, pero no parece que sea el caso: en la distancia ha consumado un fratricidio anunciado; la deslealtad hacia el Pdecat en la enésima mutación del espacio convergente es tan escandalosa que por contradictorio que parezca acabará silenciándose, como suele pasar con cualquier asunto que pueda dañar al bien mayor del procesismo en su conjunto. El no ve traición alguna y confía en que todo acabe bien. Bien pero que acabe, ese es el matiz.

Las personalidades mesiánicas suelen adolecer de ausencia de autocrítica. Para los no conversos, el momento álgido de la entrevista era el dedicado a la gestión que está haciendo el Govern de los rebrotes de Covid-19 en Catalunya. No sé en qué momento creímos que el balance sería certero. Para Puigdemont no hay pega posible a la gestión de la Generalitat, defensa a ultranza y el dardo acostumbrado al Estado: si no hacen más es porque "España nos debe dinero", un clásico que no puede faltar en cualquiera de sus múltiples versiones. Mientras, los catalanes seguimos advertidos de castigo inminente si no nos portamos bien.

Carles Puigdemont y Woody Allen han sido éxito de ventas en el reciente Sant Jordi de Verano, se han convertido en los dos libros más vendidos de la extraña jornada. Cineasta y político hablan de ellos. Hasta aquí las coincidencias. Allen escribe en uno de los pasajes del libro: "Si bien algunas (de mis películas) son entretenidas, ninguna de mis ideas bastaría para establecer una nueva religión".

La cita debería encabezar el libro de Puigdemont, al que por cierto Allen también le podría haber cedido el título: "A propósito de nada".