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¿Qué pasa en el entorno de TV-3?

La retirada de Mònica Terribas ha mostrado la cruda batalla entre JxCat y ERC para situarse ante las próximas elecciones

Gordillo, Sanchis y Llorach.

Gordillo, Sanchis y Llorach. / periodico

Joan Tapia

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La decisión de Mònica Terribas de no seguir en su programa de Catalunya Ràdio ha generado reacciones y enfrentamientos que obligan a preguntarse qué sucede en la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), el organismo público que gobierna Catalunya Ràdio y TV-3.

Mònica Terribas ha aducido que los engranajes no funcionaban bien en la radio pública. Y de inmediato los diputados Francesc Dalmases y Eduard Pujol, próximos a Puigdemont, apuntaron a Saül Gordillo, director de la emisora, como el responsable de los fallos. Y el lunes Núria Llorach, vicepresidenta de la CCMA y presidenta en funciones casi eterna, pidió al Consejo de Administración de 'la Corpo' el cese de Gordillo. Pero la propuesta no prosperó al no obtener el quorum necesario. De los cuatro consejeros que todavía quedan solo votaron a favor la propia Llorach, próxima a JxCat, y el consejero apadrinado en su momento por UDC. No lo hicieron los propuestos por ERC y PP.

La lectura clara es que Saül Gordillo, cercano a ERC, chocó con Terribas (solo se suponen los porqués) y que el mundo de JxCat aprovechó para intentar derribar a Gordillo. Ante unas muy próximas elecciones catalanas, JxCat y ERC se están enfrentando por controlar la emisora que en el reparto les tocó a los republicanos, mientras que TV-3 correspondía a la gente de JxCat. La CCMA, que debería estar al servicio de todos los catalanes, se ha convertido así públicamente en un escenario más del conflicto entre los dos partidos. Lamentable y un paso mas en la crisis de la la radio y la televisión pública catalanas.

Cuando Pujol creó TV-3 se vivió como el resarcimiento de la Catalunya negada y castigada por la dictadura. Y como un paso hacia el pluralismo ya que entonces no había televisiones privadas y TV-3, puesta en marcha por el malogrado Alfons Quintá, fue un soplo de aire fresco. TV-3 adquirió velocidad, prestigio y audiencia. Se la acusó -con razón- de estar bastante al servicio de CDC, crítica similar a la que se hacía a TVE cuando gobernaba el PSOE o el PP. La diferencia es que Pujol mandó durante 23 años seguidos. Una televisión y una radio pública vinculadas al partido gobernante eran criticables, pero no algo insólito.

Todo cambió a peor cuando Artur Mas abrazó el independentismo. TV-3 (y Catalunya Ràdio) pasaron de ser medios influidos por el Govern a otros que partían de la base de que todos los buenos catalanes debían creer en la independencia, sin considerar que el independentismo nunca ha tenido más del 47% de los votos y contraviniendo el principio democrático de que no hay ni buenos ni malos catalanes sino solo ciudadanos catalanes con igualdad de derechos que piensan como quieren.

Una televisión que pagan todos los catalanes no debería ser independentista

No es que Vicent Sanchis, profesional con muchas horas de vuelo, o Saül Gordillo no puedan tener sus ideas. Lo que pasa es que los partidos que mandan en 'la Corpo' no tienen derecho a convertir la televisión que pagan todos los catalanes en la televisión del 47%.

Y ahora vemos el último y triste capítulo. El 'caso Terribas', a la que Artur Mas quiso hacer 'consellera' de Cultura cuando CDC volvió a la Generalitat, muestra que la televisión de todos los catalanes no es ya una televisión independentista sino el teatro de una cruda batalla entre dos partidos que necesitan ganar las elecciones. Lo peor de lo peor.

Pero seamos justos. JxCat y ERC son los grandes culpables, no los únicos responsables. Cs se negó a ensayar un principio de acuerdo para renovar 'la Corpo'. Y el PSC ha tenido una actitud tan 'durmiente' que causó la dimisión de su consejero.

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