Análisis

Acuerdo europeo, ma non troppo

Lo que ha sucedido en Bruselas es un hecho histórico pero no ha sido una victoria ni una derrota para nadie

Pedro Sánchez con Angela Merkel y Kyriakos Mitsoakis en la cumbre de Bruselas.

Pedro Sánchez con Angela Merkel y Kyriakos Mitsoakis en la cumbre de Bruselas. / periodico

Ruth Ferrrero -Turrión

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Tras cinco días, con sus noches, finalmente se ha podido llegar a un acuerdo a 27 en torno al Fondo de recuperación y al Marco Financiero Plurianual y el optimismo vuelve a reinar en las capitales europeas. Al menos, en algunas. En nuestro país han proliferado absurdas comparaciones con la final del Mundial Sudáfrica de 2010, donde España se enfrentaba a un históricamente más fuerte Países Bajos. El acuerdo se ha celebrado casi tanto como el gol de Iniesta. Los aplausos al presidente del Gobierno pareciera que celebran una victoria épica. Nada más lejos de la realidad. Nada se ha aprendido de la inutilidad de un euroentusiasmo en este tipo de procesos. Igual deberíamos hacérnoslo mirar.

Lo que ha sucedido en Bruselas ha sido un hecho histórico sí, un avance en el proceso de integración, también. Pero desde luego no ha sido una victoria ni una derrota para nadie. Simplemente se ha hecho política europea. Se ha negociado y se han llegado a acuerdos, donde todos han tenido que ceder en parte de sus posiciones. Estaba en juego la hoja de ruta de la UE, y, sobre todo, el intentar paliar, en la medida de lo posible, la situación de los damnificados por la pandemia.

Gobernanza y política europea

Este Consejo Europeo ha sido una lección magistral de gobernanza y política europea. Se han podido seguir casi al minuto las negociaciones bilaterales y multilaterales entre grupos, se ha escuchado a Merkel elevar la voz, a Michel mediando entre unos y otros. La puesta en escena, magnífica, hilos de twitter incluidos. El resultado el mejor de los posibles.

Lo más positivo ha sido el que todos los estados han permanecido en la negociación, todos querían alcanzar un acuerdo, a pesar de las líneas rojas más o menos rígidas con las que llegaba cada uno de ellos. Eso significa que ninguno se quiere marchar. Lo negativo ha sido observar cómo, lejos de encontrarnos con una aproximación a la crisis que sea vista como oportunidad para cambiar las dinámicas políticas europeas, tenemos una suerte de regateo entre estados por conseguir un botín que poder vender en casa.

La aprobación del fondo no cuestiona la política antisocial llevada a cabo por muchos países dónde se ha recortado en estado del bienestar de manera progresiva y sin freno desde la caída del muro. La aprobación del fondo no es la solución a los problemas de cohesión social y desigualdad que tenemos en el seno de la UE. La aprobación del fondo ha dejado al margen al Parlamento. Y así lo ha hecho saber su presidente, Sassoli, que ha reclamado la mejora de tres asuntos esenciales: la gobernanza del fondo, los recursos propios del mismo y la forma en la que han quedado modificadas las partidas del Marco Financiero que recorta sustantivamente en Erasmus, en la PAC, en Fondos de Cohesión y en Política Exterior, entre otros.

Por eso la clave para identificar ganadores y perdedores del acuerdo está en la letra pequeña, en cómo va a distribuirse por partidas todo ese chorro de dinero que llegará y, sobre todo, a cambio de qué. Hay que aprender a observar y analizar los procesos políticos desde posiciones críticas y constructivas, a los eurofans dejémosles para Eurovisión.

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