Desde el Eixample

El 'no verano'

Echo de menos el ruido, el ajetreo de gente por mi barrio, y echo de más la incertidumbre y el miedo

Mesas vacías en una terraza de la calle de Enric Granados, el viernes 17 de julio

Mesas vacías en una terraza de la calle de Enric Granados, el viernes 17 de julio / periodico

Olga Ruiz

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Ella ha aprendido estrategias de <strong>márketing a marchas forzadas;</strong> reservar las escasas mesas de la terraza para los clientes más fieles, cambiar sillas y lámparas para hacer el espacio más atractivo e incluso apremiar con delicadeza a los clientes del 'café eterno', los de escaso consumo y exceso de permanencia. Pero nada de eso es suficiente para mitigar una crisis de la que se habla en futuro y que para el restaurante familiar ya es presente. La ley de Murphy, siempre al acecho, hace de las suyas: pocos clientes, poco consumo y demasiados gastos acumulados. "Mi" bar -no eres del barrio hasta que no lo sientes como tuyo- intenta hacer equilibrios imposibles para salvar el negocio, y con él, a la familia. Necesitan nuestra solidaridad en forma de consumiciones; también necesitan turistas ávidos de sangría, pero escasean. No hay restaurante que sobreviva sin turistas, no en el centro de Barcelona.

A escasos metros, "mi" florista coloca una pizarra a primera hora de la mañana con el santoral y las flores recomendadas del día. Desde que volvió a abrir, me ronda decirle que ya nadie celebra las onomásticas, pero siempre me arrepiento a tiempo, que no las celebre yo no quiere decir que sea una costumbre en desuso. Me muerdo la lengua mientras sigo pensando la fórmula para que vuelva a vender muchos ramos, como antes. 

Observo que la gente sigue parando ante el escaparate, hay cosas que no cambian: la belleza siempre atrapa. A última hora de la tarde me entristece ver en el mismo sitio la pizarra y las flores.

Creo que mañana me atreveré a decirle que los santos cotizan a la baja, espero que no me malinterprete. Será un palo más para el negocio, la pandemia ya les ha arrebatado bodas y comuniones. Deberíamos contagiar la moda de comprar flores sin motivo aparente, solo para celebrar la vida.

El 'no verano' se ha instalado en mi barrio o quizá sea que el verano se ha instalado en un barrio que ya nada tiene que ver con el mío. Echo de menos el ruido, el ajetreo de gente por Enric Granados. Echo de más la incertidumbre y el miedo. Maldita nueva normalidad.