La carrera hacia la Casa Blanca

'Never Trump', un movimiento en alza

Miles de votantes republicanos empiezan a dar la espalda a Trump y optarán por dar su apoyo a Biden en las elecciones de noviembre

Donald Trump, en el atril presidencial.

Donald Trump, en el atril presidencial. / periodico

Ramón Lobo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Votaría a un sándwich de atún antes de votar de nuevo a Donald Trump”. Esta frase encabeza la web de Republican Voters Against Trump. Su objetivo es movilizar a los que sienten vergüenza de haberle votado en el 2016 e impedir que se transforme en abstención. Para un republicano moderado votar a un demócrata como Joe Biden no es un salto al vacío. Es casi uno de los suyos, un tipo simpático que se sabe las reglas del juego. 

Uno de sus últimos anuncios, emitido por las grandes cadenas de televisión de EEUU –incluida Fox News— parte de un discurso histórico de Ronald Reagan, gran mito de los conservadores, en el que se pregunta si aún existe un lugar en la historia para América. Mientras se escucha su voz aparecen imágenes del país de Trump: supremacismo, violencia policial, miseria, campos de concentración para migrantes, pérdida del apoyo de los aliados tradicionales, querencia por los dictadores. Dura minuto cuarenta segundos. Es demoledor

The Lincoln Project lleva meses colocando mensajes en redes sociales, radios y televisiones. También son republicanos que trabajan en favor de la derrota de Trump. Le consideran un peligro. El 26 de mayo publicaron un anuncio titulado “Cien mil americanos muertos. Un presidente erróneo”. La imagen arranca, en zoom inverso, de siete bolsas blancas con muertos del covid-19 hasta componer la bandera de las barras y estrellas. De fondo, un Trump que predice que el virus desaparecía solo. Son 24 segundos que caen a plomo sobre un país que galopa hacia los 140.000 muertos.

Evitar el desastre

Se está formando un gran movimiento nacional llamado Never Trump (Nunca Trump) que no arranca del entusiasmo y la esperanza colectiva del Yes We Can, el grito que llevó en volandas a Barack Obama a la Casa Blanca en el 2008, sino de la necesidad de impedir el desastre. Lo que empezó como una anécdota se ha transformado en un tsunami que se alimenta de los errores del presidente, como el de perdonar la cárcel a su exabogado Roger Stone, un abuso de poder en el que no cayó Richard Nixon. No se trata solo de activistas republicanos moderados, como las dos organizaciones mencionadas, también están los demócratas llamados insurgentes pro Bernie Sanders, como Alexandria Ocasio-Cortes y otros que harán campaña activa en favor de Biden. Cualquiera menos Trump y su camarilla.

Tras un junio horrible para las aspiraciones de reelección del presidente llega un julio crítico, con la pandemia desbocada en el sur (Florida, sobre todo). Hasta en la conservadora Texas, sacudida por los rebrotes y la incompetencia de su gobernador, Biden encabeza los sondeos. Cuanto peor sea el escenario, más peligroso será Trump, que ofrece síntomas claros de que no aceptará una derrota. Con él no se puede descartar ninguna distopía.

La multiplicación de los rebrotes de la primera ola, por precipitar la apertura de la economía y animar a la desobediencia a las medidas de distancia física y el uso de mascarilla impuestas por gobernadores (demócratas), han debilitado la posibilidad de un crecimiento espectacular en el tercer trimestre, justo antes de los comicios. Era el as en la manga de Trump. El paro sigue desbocado en tres estados decisivos: más de un millón en Michigan, 850.000 en Pensilvania y 372.000 en Wisconsin. La segunda ola, prevista en otoño, sería la puntilla.

El gran temor republicano

Faltan 15 semanas y unos días para la cita del 3 de noviembre. Cada vez hay más analistas republicanos que advierten del desastre que se avecina. Podrían perderlo todo: presidencia, Cámara baja y Senado. Hasta la campaña de Trump contra el voto por correo tendría un efecto inesperado: que el votante republicano en los estados clave decida quedarse en casa. También hay expertos demócratas que dudan de las encuestas publicadas y advierten contra el exceso de confianza: el votante trumpiano aún no ha dado la cara.

En su discurso del Monte Rushmore, Trump señaló el enemigo: la “extrema izquierda fascista”. Añadan migrantes latinos, el régimen chino, la CNN y algunos periódicos liberales, y ya tienen el escenario más peligroso: la deslegitimación del sistema democrático. Aún están a tiempo de leer 'La conjura contra América', de Philip Roth, o de ver la serie del mismo nombre creada por David Simon y Edward Burns y que emite HBO. El huevo de la serpiente lleva décadas en EEUU. Póngale el apellido que quieran, fascista, nazi, populista. Trump es solo una sombra chinesca sobre una pared. El problema de fondo es que una parte de la clase dirigente ha dejado de creer en el valor de la democracia.

Suscríbete para seguir leyendo