tribuna
Por favor, no olviden la productividad
Ninguno de los 'think tanks' creados para superar la crisis debe dejar atrás una de las variables más importantes para el crecimiento y la prosperidad
Àngel Hermosilla
Gerente del área institucional de Pimec
Àngel Hermosilla
La productividad es como la piedra filosofal. Todo el mundo habla de ella, todo el mundo la quiere, pero nadie conoce la verdadera fórmula mágica, al menos para alcanzar la situación ideal. Como país podemos crecer aplicando y acumulando más recursos, más dinero, más gente o más máquinas y equipos, o bien aplicando estos con más eficiencia. Esto último es la productividad. Es una de las principales fuentes de crecimiento económico, de la prosperidad y de la consecución de mayores niveles de bienestar por parte de la sociedad a largo plazo.
Se trata de un concepto complejo y multifactorial, que normalmente ha ido de la mano de la innovación, pero que que depende de múltiples factores, algunos de largo alcance, como la demografía, la tasa de actividad y los aspectos sociales y culturales, y otros de corto recorrido, como las horas trabajadas y la tasa de ocupación. En definitiva, pivota en una triple hélice: capital humano, tecnología y organización.
En los últimos años, la productividad a nivel internacional ha evidenciado un comportamiento poco dinámico, con estancamientos y disminuciones en ciertos momentos y en determinados lugares. Esto sorprende si se considera que desde hace un tiempo estamos inmersos en importantes cambios científicos y tecnológicos, mayoritariamente asociados a lo que se llama Industria 4.0 (biotecnología, nuevos materiales, inteligencia artificial, robótica, impresión 3D, fotónica, ...). Esta paradoja a escala global tiene varias teorías explicativas, como recoge el World Economic Forum en 'The Global Competitiveness Report 2016-2017' (la tecnología no ha mostrado su total efecto sobre la productividad, se subestiman las mejoras de productividad por cuestiones de medida, ...).
En España y en Catalunya, la economía presenta un problema estructural de productividad. Según la Fundación BBVA-Ivie, desde 1995 ha caído más de un 10%, mientras que en la Unión Europea crece cerca de un 5% y en EEUU lo hace más de un 9%. Las autoridades estatales reconocen en el Programa de Estabilidad que continuará disminuyendo hasta el 2022.
Cabe mencionar que la productividad en España tiene una singularidad que la hace diferente del resto del mundo, es anticíclica. Baja o se estanca en fases expansivas, entre otros motivos por el fuerte arrastre que hacen sobre el empleo sectores intensivos en capital humano, como los servicios y dentro de ellos el turismo, y crece exponencialmente en etapas de crisis, por la vía más dura e indeseada, la destrucción de empleo. En estos momentos de crisis pandémica y económica se están configurando varios think tanks públicos y privados, que tienen por objetivo diseñar programas de actuación para impulsar la reactivación y la reconstrucción de la economía, haciendo frente a los retos derivados de la Covid-19.
El Gobierno, con los 100 expertos de diferentes disciplinas -mayoritariamente economistas-, la Generalitat, con la Comisión para la Elaboración del Plan para la Reactivación Económica y Protección Social (Coreco), u otras iniciativas con los mismos objetivos. Hay que hacer un llamamiento contundente a todos los 'think tanks'a que presten una atención especial a la productividad, el eslabón perdido de nuestra economía.
Sin miedo y sin dilación, debe ser uno de los aspectos centrales de los programas de reactivación y reconstrucción y uno de los principales retos. Sin mejora de productividad nuestros niveles de prosperidad y bienestar pueden quedar en entredicho en los próximos años. Por eso, sería bueno poner en marcha una de la recomendaciones que en los últimos años ha hecho la Comisión Europea y que algunos países de nuestro entorno han llevado a cabo. Se trata de la creación de los 'National Productivity Boards' , instituciones independientes de expertos que analizan la productividad, la competitividad y los retos, y que emiten informes que pueden ser utilizados por los gobiernos en su política económica.
A nivel macroeconómico, es importante que las acciones gubernamentales se centren en reformas estructurales, que actúen por el lado de la oferta, y que aborden cuestiones que ya son ineludibles, como las infraestructuras, el capital humano y la formación, o el modelo energético. Hay que reafirmar, en este sentido, la necesidad de generar una "cultura de productividad" en todos los niveles de nuestra sociedad.
Pero, por otra parte, no se puede olvidar de desplegar medidas de carácter más microeconómico, centradas en programas específicos dirigidos a empresas, sobre todo de pequeña y mediana dimensión. Entre estas es fundamental pensar en impulsar la productividad con mejoras en la gestión y la organización de la actividad productiva y de los procesos en general, ámbito en el que queda un importante potencial de ganancias a alcanzar en muchas compañías catalanas y españolas, tanto industriales como del sector primario y de los servicios.
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