La gestión del Govern
La arrogancia
Estoy triste, preocupada y enfadada, y no por todo lo que tiene de fracaso colectivo un nuevo encierro, sino por todo el dolor que se hubiera evitado de no ser esta gente tan ufana, tan soberbia
Créanme que yo lo intento. Me pongo delante del teclado jurándome que esta vez no, que no voy a escribir enfadada, que no criticaré, que no utilizaré esta tribuna para hablar –o al menos, para no hablar exclusivamente– de algo que me molesta. Querría contar hasta 10, respirar hondo, y explicarles, qué sé yo, que a causa de la pandemia he vuelto a coger una bici por primera vez en muchísimos años, y que qué gozo, o glosarles los veranos de mi infancia, o divertirles con algo mundano y ligerito para leer a la sombra en la canícula. Pero el viernes el Govern recomendó que buena parte del área metropolitana y de Lleida se encerrararan en casa, ante la presencia de transmisión comunitaria. Al mismo tiempo, el programa de TV-3 ‘Planta baixa’ revelaba que el dispositivo de rastreo de la Generalitat –sí, el que le pagamos a Ferrovial– tardó tres semanas en activarse después del primer brote en Lleida.
Quizá no tendría tantas ganas ver el mundo arder si este Govern no se hubiera dedicado a proclamar a los cuatro vientos que, de tener las competencias, todo iba a ser distinto. Si Meritxell Budó no hubiera respondido con petulancia cuando Fernando Simón dijo que él hubiera confinado un poco antes el Segrià. Si durante la primera ola no se hubiera pedido tan insistentemente el cierre de Madrid para luego, llegado el momento de hacer lo propio en Barcelona, limitarse a dar consejos e indicaciones confusas, eso sí, después de pisar a fondo el acelerador en la fase tres. Si cuando Vergés y Buch, preguntados en dos ocasiones el viernes sobre si pensaban hacer autocrítica hubieran quizás dado alguna explicación sobre las dimisiones en Salut, o mostrado algún atisbo de introspección o vulnerabilidad, en lugar de quejarse de las limitaciones del marco jurídico. Que, por cierto, conocían cuando votaban 'no' al estado de alarma, igual como conocían también las advertencias de epidemiólogos, alcaldes y periodistas científicos.
Estoy triste, preocupada y enfadada. Y no es solo por escribir así, ni por mis planes de verano o por lo que tiene de fracaso colectivo un nuevo encierro. Lo estoy por todo el dolor que se hubiera evitado de no ser esta gente tan ufana, tan soberbia.
- García-Castellón y Gadea dejarán sus plazas en la Audiencia Nacional y Pedraz sopesa hacerse con el juzgado del Tsunami, por Ernesto Ekaizer
- El río subterráneo más largo de Europa está en España: nadie conoce su nacimiento ni su desembocadura
- Airbnb aconseja a los propietarios que no anuncien las piscinas en sus alojamientos turísticos
- Vuelve Moisés a Pasapalabra: el concursante desvela los problemas que sufrió en el pasado y por los que tuvo que abandonar el programa
- La Junta Electoral avala la candidatura de Puigdemont y rechaza la impugnación de Cs
- El invierno vuelve por Sant Jordi: los meteorólogos alertan del fenómeno que nos espera la próxima semana en Catalunya
- La vida de Rosa Peral en prisión: ¿A cuántos años está condenada? ¿Cómo es su día a día? ¿Qué estrategia seguirá en adelante?
- El Barça vive una tragedia insoportable ante el PSG