Los últimos nostálgicos

Somos los últimos nostálgicos porque somos también los herederos de la memoria analógica y lo perdurable, pues. Hoy los más jóvenes crecen en un mundo virtual que no se acaba nunca

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Jordi Puntí

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Hay columnas que empiezan con una canción. No sabes de qué quieres hablar y la oyes tantas veces como sea necesario, y entonces por fin aparecen las palabras. Esta semana tenía en la cabeza una canción que ha escrito Paul Weller: 'On Sunset', de su reciente disco. "Y el mundo que conocía ya ha pasado; todos los lugares donde solíamos ir pertenecen a un tiempo..., la vida de otra persona, otro tiempo", dice la letra. Desde sus 62 años, Paul Weller compone y canta con una aceptación de sí mismo que a ratos la acerca a Van Morrison o a Todd Rundgren. Por las melodías, por el tono de voz. Eso pensaba mientras la escuchaba, y entonces me di cuenta de que no, de que en realidad es él mismo tiempo en todas sus etapas -The Jam, Style Council y en solitario-, y entendí que esta columna debía hablar de la nostalgia, y de cómo Paul Weller la ha vencido a lo largo de los años, pero nosotros -los que escuchamos- todavía no.

Una razón posible, al menos para los que nacimos con el 'baby boom', es que somos los últimos nostálgicos. ¡Hemos vivido tantos cambios! Por ejemplo: acababa de leer el artículo de Miqui Otero en estas páginas, lamentando el cierre de los cines Méliès, y enseguida recordé -incluso con una nostalgia algo forzada- una tarde en que vi allí una copia restaurada de 'Vértigo'. ¡Hitchcock en pantalla grande! (Bueno, más o menos grande.) Hoy incluso una plataforma como Filmin explota nuestra nostalgia y recupera los clásicos de los años 1980, de 'Tootsie' a 'Karate Kid'. Es nuestra condición: si no estamos atentos, todo nos obliga a volver atrás en el tiempo, y recordamos cuando llegaron las primeras  zapatillas Nike, o cuando grabábamos cintas de casete y las escuchábamos en un 'walkman' con toda naturalidad. Es ese mundo que ha recogido muy bien Vicenç Pagès Jordà en su diccionario de 'Memòria vintage'.

Somos los últimos nostálgicos porque somos también los herederos de la memoria analógica y lo perdurable, pues. Hoy los más jóvenes crecen en un mundo virtual que no se acaba nunca, no desaparece. Aquello que dejan atrás, no se va, les espera siempre. No hay que hacer grandes esfuerzos para recuperarlo. Un día la nostalgia será un lujo.