AL CONTRATAQUE

Roger Torrent

El presidente del Parlament erró al acusar frontalmente al Gobierno de Pedro Sánchez de espionaje telefónico sin tener la menor prueba

Roger Torrent

Roger Torrent / EFE / QUIQUE GARCIA

Antonio Franco

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Por supuesto que soy de los que temen que el Gobierno español haya intervenido en el espionaje telefónico a Roger Torrent, la segunda autoridad de Catalunya. Vivo en el país del comisario negociante José Manuel Villarejo y del laxo exministro del Interior Jorge Fernández Díaz; una actuación así puede haberse hecho tanto de forma descontrolada para lucro de la mafia policial o -lo que sería peor- desde una jerarquía oficial enloquecida. Sería muy grave. Apoyo la investigación parlamentaria escrupulosa pese a mi pesimismo sobre que aclare la verdad.

Pero estoy decepcionado por la reacción de Torrent. Quienes oímos su denuncia entendimos sin la menor ambigüedad que acusaba frontalmente al Gobierno de Pedro Sánchez de lo sucedido pese a no tener la menor prueba. Tenía derecho a expresar la sospecha pero no a efectuar una acusación como la que hizo. Entiendo que, políticamente hablando, desplazar por un día en los informativos el análisis los desastres de la Administración catalana en Lleida y lo que pueda pasar en Barcelona puede ser muy tentador. Pero ni siquiera así el 'president' del Parlament tiene derecho a excederse. A su nivel de responsabilidad las acusaciones graves se hacen acompañadas de datos e indicios serios, y Torrent sabe que el Gobierno español es solo uno entre diversos sospechosos. Hay mucho espionaje. Conocemos que Vladímir Putin intervino en las elecciones presidenciales norteamericanas, sabemos que varios gobiernos y servicios secretos internacionales consideran estratégica la desestabilización de España y Catalunya... Si hay programa espía Pegasus descontrolado, ni Torrent ni nadie puede descartar que el delito no proceda, incluso, del pulso sin cuartel -o con cuartel en Waterloo y Barcelona- que vive la misma familia independentista catalana.

La política de este país debe volver a la seriedad, a la precisión y a la responsabilidad. No es lo mismo formular una sospecha que efectuar una acusación de autoría. Personalmente no soy votante de Torrent pero aprecio muchas de sus actuaciones y cuento con él para el futuro de las responsabilidades en Catalunya. Por eso me sabe mal este error. Diré más: si lo hubiese cometido Quim Torra, me habría molestado menos por lo poco que ya espero de él.  Quiero que se aclare este caso pero lo más importante es que vayamos reconstruyendo la cordura colectiva.