Tras el pleno del Parlament

¿Cuál es el debate sobre las residencias geriátricas?

Lo que preocupa es que muchas de las propuestas que se están haciendo ya hace mucho tiempo que están sobre la mesa y solo serían consecuencia de la inacción de estos últimos años

BAILE EN LA RESIDENCIA PARA CELEBRAR LAS PRIMERAS VISITAS

BAILE EN LA RESIDENCIA PARA CELEBRAR LAS PRIMERAS VISITAS / periodico

Assumpció Ros Florenza

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La semana pasada se inició en el Parlament el debate general sobre "la gestión de las residencias para personas mayores y para personas con discapacidad durante la pandemia del covid-19". Se trata de una decisión acertada y necesaria pues ha sido en las residencias de ancianos donde se han concentrado el mayor número de fallecimientos por esta causa.

Es justo destacar que en el debate parlamentario hay muchos puntos en los que todos estamos de acuerdo: coincidimos en que todos estamos dolidos y asustados por tantas defunciones en nuestras residencias y sabemos que es obligatorio mirar la realidad de frente y ver qué ha pasado. Empezamos a estar también de acuerdo en algunos motivos que han causado este drama: la falta inicial de material de protección para los profesionales, lo que propició un buen número de contagios en los lugares donde había entrado el virus; la falta de pruebas diagnósticas para residentes y profesionales, que nos hubieran ayudado a tomar mejores decisiones y hacer una buena gestión del aislamiento; la falta de personal sanitario de la residencia para atender a los enfermos y también de los profesionales de la atención primaria de salud; y finalmente, el colapso de la atención hospitalaria en el momento álgido de la epidemia, que perjudicó especialmente a las personas más vulnerables que viven en nuestras residencias.

Probablemente hasta aquí es fácil reconocer que esta serie de problemas deriva de una situación que nunca habíamos afrontado como sociedad y que nos pilló bastante desprevenidos. Con esta incertidumbre ha sido muy difícil tomar decisiones y, sobre todo, acertar. Estos días, hemos comprobado que el debate parlamentario ha sido un espacio donde todos los grupos políticos se han dedicado a elaborar largas listas de propuestas sobre cómo mejorar la atención a la gente mayor. Sería un ejercicio loable si todo ello no pareciera un concurso de ideas o una carta a los Reyes Magos. Porque lo que preocupa es que muchas de estas propuestas ya hace mucho tiempo que están sobre la mesa y que no son ideas nuevas que nos sorprendan o iluminan nuestras dificultades actuales. En todo caso solo serían consecuencias de la inacción de estos últimos años.

Tenemos un conjunto de iniciativas que se han querido desarrollar a lo largo de los años para afrontar muchos de estos problemas latentes: el PRODEP (programa para el impulso y la ordenación de la promoción de la autonomía personal y la atención a las personas con dependencia, 2010), la inacabada ley catalana de promoción de la autonomía y atención a la dependencia, el PIAISS (Plan interdepartamental de atención e interacción social y sanitaria, 2018) numerosas comisiones, proyectos piloto, mesas técnicas, debates y estudios sobre la coordinación social y sanitaria, el reciente plan estratégico de servicios sociales...  Seguro que muchas ideas que se han presentado las podemos encontrar en muchos de estos trabajos que se han concretado con la participación de personas expertas en este tema.

Deberes atrasados

Cuando nos preguntamos por qué algunas de estas iniciativas no se han llevado adelante, muy a menudo se nos ha dicho que el problema es el dinero. Esto ya lo entendimos cuando empezaron los recortes, hasta ahora irreversibles. Pero durante todos estos años hemos comprendido que todos los problemas no se pueden justificar solo por la falta de dinero y que es una lástima que la parálisis para buscar alternativas sea únicamente por eso. 

Muchas propuestas del debate parlamentario no son una carta a los Reyes; parecen mucho más una lista de deberes atrasados, de cosas que no se han hecho por motivos que, a menudo, desconocemos o, cuando menos, lamentamos. Si se entendiera así sería más fácil recuperar todo el trabajo bien hecho, fruto de las aportaciones de muchas personas que han creído en la necesidad de tener un sector de atención a la gente mayor honrado, centrado en las personas, innovador y de calidad .

Quizá, entonces, en el debate se hubiera podido reconocer que estamos dolidos y tristes no por los errores cometidos y por el trabajo atrasado sino por las personas que han muerto por culpa del covid-19, por los familiares y amigos que no pudieron acompañar y despedir a sus seres queridos, por los profesionales que sufrieron una situación excepcional y la afrontaron con toda la valentía y esfuerzo que pudieron, muchas veces a costa de su salud o la de sus familiares. Y podríamos empezar a pensar, con esperanza, cómo superar esta crisis, cómo prepararnos mejor para prevenir nuevos brotes y para estar agradecidos por todo lo que hemos aprendido todos juntos. Ojalá sea así.