HOMENAJE A LOS FALLECIDOS POR COVID

45 minutos de unidad ante Europa

El tiempo dirá si las víctimas del coronavirus han conseguido que un soplo de racionalidad refresque la atmosfera de bronca permanente

Felipe VI conversa con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en presencia del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, durante el homenaje de Estado a las víctimas de coronavirus, este jueves 16 de julio

Felipe VI conversa con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en presencia del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, durante el homenaje de Estado a las víctimas de coronavirus, este jueves 16 de julio / periodico

Andreu Claret

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Aunque la intervención de la enfermera del Hospital Vall d'Hebron fue el momento más emotivo del homenaje a las víctimas del covid-19 de este jueves, el de mayor relieve político fue, sin duda, la participación de las tres máximas autoridades europeas. Su presencia en Madrid constituyó un hecho de gran relieve, máxime cuando se producía la víspera de la reunión del Consejo Europeo que debe fijar la cuantía y la modalidad de las ayudas para los países golpeados por la pandemia. Tan sobresaliente fue su asistencia que ensombreció la del presidente de la Generalitat, Quim Torra, al que pocos esperaban en el palacio de Oriente.

Ambos hechos hablan de unidad en momentos en los que España vive una zozobra permanente, amenazada por 120 brotes y rebrotes del virus, por una crisis social sin precedentes y por problemas de una dimensión desconocida que afectan a la monarquía. De lo que se trataba era de rendir tributo a quienes han padecido el virus y a quienes han peleado para contener sus estragos. Pero desde que los Reyes saludaron a los representantes europeos y a los 17 presidentes de las comunidades autónomas, el acto cobró un significado particular.

El tiempo dirá si unidad, esta palabra que está en el frontispicio del proyecto europeo, solo vale en España para acontecimientos como este, cargados por la historia, austeros, y milimetrados. De 45 minutos para ser exactos. O sí las víctimas del covid han conseguido, pagando muchas de ellas con su vida, que un soplo de racionalidad refresque la atmosfera de bronca permanente que agarrota la vida política española. Buena falta hace, a la luz de las amenazas que plantea la pandemia y de la hecatombe colectiva que se nos viene encima en otoño. De escasa relevancia resulta el boicot de Vox y de inexplicable la no presencia de Esquerra, que estuvo como gobierno sin estar como partido. Para poder explicar tan ambigua posición con argumentos distintos según la audiencia, supongo. Más incertidumbre sugieren las palabras de Pablo Casado agitando las dudas que se ciernen sobre el cómputo de los muertos a la salida del acto.

La 'troika' europea llegó a Madrid la víspera, cenó en la Moncloa y volvió enseguida hacia Bruselas, para preparar la cumbre europea. Impactada, es de suponer, por la sobriedad del acto y por la unidad que se respiraba en la plaza de la Armería, acostumbrada como está, a oír hablar de una España cainita que se desgarra en peleas ideológicas y territoriales. Estuvieron en Madrid el mismo día en que Yanis Varoufakis recordaba, en una entrevista, la controvertida actuación de otra célebre 'troika' durante la anterior crisis. Aquella estaba integrada, además de por la Comisión Europea, por el Banco Central Europeo y el FMI. No parece que el problema de Pedro Sánchez, ahora, venga de las instituciones europeas sino más bien de algunos países, como Holanda, Dinamarca, Austria y Suecia. Lástima que no estuvieran sus jefes de Gobierno en el palacio de Oriente para escuchar a la enfermera del Vall d'Hebron reclamar una sanidad para todos. Lo contrario de lo que aquella otra 'troika' recetó para Grecia en el 2010.

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