Opinión | Editorial

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Cambio histórico en el TNC

La elección de Carme Portaceli para dirigir el gran teatro público es un paso necesario hacia la paridad que llega avalado por su amplia carrera

Carme Portaceli, el pasado diciembre en Madridportaceliok

Carme Portaceli, el pasado diciembre en Madridportaceliok / periodico

La temporada 2021-22 será la 25ª en la historia del Teatre Nacional de Catalunya, la de sus bodas de plata desde el recordado arranque con 'Àngels a Amèrica' (1996), y será la primera programada por una mujer como máxima responsable artística. El nombramiento, este lunes, de Carme Portaceli por el consejo de administración del TNC tiene, por lo tanto, una relevancia histórica. La directora valenciana, con una amplísima trayectoria en la escena catalana, será la primera mujer al frente de un gran teatro público catalán, sea el TNC o el Lliure. Entrará  así en la lista que integran Josep Maria Flotats, Domènec Reixach, Sergi Belbel y Xavier Albertí, que seguirá como director artístico hasta julio del 2021.

La llegada al TNC de Portaceli, que ya se presentó al concurso público del que salió elegido Albertí, es una noticia que debe aplaudirse, y que no empaña ni el hecho evidente de que haya tardado tanto en producirse este más que necesario ejercicio de paridad. Porque no eran pocas las voces del teatro catalán que reclamaban una medida de este alcance, algo que ya se hizo visible en el propio Lliure tras la salida tempestuosa de Lluís Pasqual. Con Portaceli se da ese imprescindible paso adelante, avalado además tanto por su trayectoria como por su labor como directora artística. Tras ganar otro concurso público, dirigió el Teatro Español de Madrid entre el 2016 y el 2019, cuando fue descabalgada del cargo con la llegada del PP al gobierno municipal.

La directora valenciana tendrá por delante seis años improrrogables para desarrollar una gestión con la que quiere convertir al TNC en "el gran teatro del sur de Europa", con la idea de que sea la "casa de todos": artistas, públicos y lenguajes artísticos. Y no cabe duda de que para ello volverá a hacer gala de su mirada comprometida y progresista junto a la revisión del patrimonio teatral catalán, uno de los objetivos estratégicos de la institución. Lo que ya se puede aventurar es que no habrá que esperar tanto para que una autora viva pueda estrenar un texto suyo en la Sala Gran. Y es que el próximo curso, el último de Albertí, Lluïsa Cunillé será la primera que lo haga en el espacio más emblemático del TNC. Otra situación anómala que también tardó en subsanarse.

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