TABLERO CATALÁN

Silencios y divismos inexplicables

Excepcional es que Artur Mas hable menos sobre la crisis del PDECat que un monje cartujo

Artur Mas y Carles Puigdemont

Artur Mas y Carles Puigdemont / EFE / OLIVIER HOSLET

Josep Martí Blanch

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El fundador del PDECat y expresidente de la Generalitat, Artur Mas, tiene el 'copyright' de la frase: "En momentos excepcionales, decisiones excepcionales". La utilizó reiteradamente durante sus cinco años de mandato para justificar decisiones de diversa índole, pero la primera fue en una carta a los funcionarios en febrero del 2011 en la que les solicitaba comprensión para encajar las drásticas decisiones que su Govern debía tomar para mantener en pie una institución literalmente quebrada.

Pasados los años, la política catalana utiliza ese latiguillo, que ya tiene categoría de aforismo, para los múltiples rotos y descosidos que la acompañan a diario. El estruendoso silencio (el oxímoron es obligado) de Artur Mas ante lo que sucede en su partido en las últimas semanas bien podría entenderse como otra aplicación práctica de "en momentos excepcionales, decisiones excepcionales". Porque excepcional es que el hombre que tomó la decisión de fundar un nuevo partido para sustituir a CDC y que eligió sucesor en la Generalitat a Carles Puigdemont hable menos que un monje cartujo, es decir, nada.

En el PDECat se esperaba que Artur Mas se soltara ni que fuera un poquito este fin de semana anunciando un deseo y una decisión. El deseo debía ser que el PDECat y la Crida encuentren finalmente una solución a sus diferencias para poder concurrir juntos a las elecciones. Y la decisión, lo verdaderamente importante, que si eso finalmente no sucede, él va a quedarse donde está, esto es, en el PDECat.

Prometeo y los espartanos

Se esperaba, entre los alcaldes 'pedecateros' que plantan cara a Waterloo como los 300 espartanos del rey Leónidas en el paso de las Termópilas, esta intervención como agua de mayo que no ha llegado. Unas declaraciones de Artur Mas en esta línea les reforzarían cara a los próximos días, en los que va a batirse definitivamente el cobre sobre el futuro del PDECat, ya que el 'expresident' aún tiene predicamento entre muchos militantes. Pero, de momento, el 'expresident' sigue encadenado como le ocurrió con el titán Prometeo, castigado por Zeus cuando este alcanzó el poder absoluto entre los dioses. A Mas, las cadenas se las puso Carles Puigdemont una vez alcanzado el trono más alto en el Olimpo de las divinidades soberanistas.

Lo que acabe pasando finalmente con el PDECat -aguantar a los envites del nuevo partido de Puigdemont-Sànchez o resistir hasta el final e ir a las elecciones en solitario- tiene efectos colaterales, sobre todo el conglomerado de siglas que intentan sacar la cabeza del agua para armar una candidatura catalanista-soberanista con la que presentarse a los comicios con una oferta política que renuncie explícitamente al unilateralismo y abogue por la negociación con el Estado como única forma de avanzar en un autogobierno sin límites prefijados.

Si el PDECat resiste y acude a las elecciones alejado del puigdemontismo, el escenario para el PNC de Marta Pascal y Units per Avançar, que ya ha ungido a Albert Batlle como posible candidato, crece en dificultades, porque van a tener que competir con un partido con el que no contaban, decidido a rectificar y a centrarse en una agenda política económica y social. Además, el PDECat dispone de la implantación territorial que ellos no tienen y también de derechos electorales -publicidad y recursos económicos- de los que no dispone el recién nacido PNC y que dejan en migajas los que puedan corresponder a Units per Avançar.

Instalados en la ficción

Aunque, más allá de lo que acabe pasando con el PDECat, el problema de Units per Avançar y el PNC -y si queremos añadir los Lliures de Antoni Fernández Teixidó, los Convergents de Germà Gordó o la Lliga de Astrid Barrio- es la ficción en la que andan instalados haciendo ver cada uno de ellos que es más de lo que es.

Porque, a decir verdad, a excepción de Units per Avançar, que tampoco es un gigante, nadie es todavía nada más que una bienaventurada intención electoral no concretada. Dice poco de estos grupos, tan preocupados por la situación de Catalunya si uno escucha a sus líderes, que anden por la pasarela como si tuviesen ya derecho a un divismo que aún no se han ganado, vetándose entre ellos y dificultando posibles alianzas.

Si no son capaces de dejar de comportarse como indigentes políticos peleándose por un cartón en el que dormir, en lugar de sentarse a establecer un listado de activos de cada uno -Units y el PNC son los más aportan- que quizá les permitiría dar la entrada para una vivienda pequeña y sin lujos, van a seguir durmiendo en la calle del parlamentarismo. Eso es lo que ya debieran tener bien entendido. Y sin esperar a lo que acabe pasando con el PDECat, cuestión esta del todo imprevisible.

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