Análisis

Inquietud (Sánchez), alarma (Casado) y batacazo (Iglesias)

Sánchez puede dormir tranquilo, porque el PNV seguirá siendo su aliado, pero su gobierno es más débil, y en el peor momento

El presidente y los miembros de una mesa electoral hacen el recuento de votos en Bilbao, tras el cierre de los colegios electorales, el 12 de julio del 2020

El presidente y los miembros de una mesa electoral hacen el recuento de votos en Bilbao, tras el cierre de los colegios electorales, el 12 de julio del 2020 / periodico

Andreu Claret

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Toda elección autonómica tiene su lectura en clave estatal. Y más cuando votan en un mismo día dos de las tres nacionalidades históricas. Si además lo hacen tras un periodo de tanta excepcionalidad como el que ha vivido España, esta lectura es aún más obligada. Llevar a cabo esta traslación al escenario político estatal requiere prescindir de aquello que es genuinamente local. Como la singularidad del PP gallego, que siempre ha estado en el poder. O el arraigo histórico del PNV que viene de lejos. Hecha esta advertencia, hay sin embargo datos que provocaran sin duda inquietud en el PSOE, alarma en el PP y desazón en Podemos, que sufre un batacazo inapelable. 

El primero es el aumento del voto nacionalista, en ambas comunidades. Una amplísima mayoría en el País Vasco, si sumamos los escaños obtenidos por PNV y Bildu. Como es sabido, lo más probable es que el PNV no la ejerza, y prefiera mantener su alianza con el PSE que tantos réditos le da en Madrid. Pero los datos están ahí. Más de 50 diputados en un parlamento de 75 escaños. Imagínense lo que seria trasladar este resultado al parlamento catalán. Y lo que puede ocurrir en el País Vasco si un día se torciera el pacto entre el PNV y el PSOE. Aunque los socialistas hayan obtenido un resultado razonable en Euskadi, el auge del voto nacionalista en las dos comunidades es sin duda un motivo de preocupación para Pedro Sánchez. Máxime cuando el BNG le ha robado al PSG el segundo lugar que tenía en Galicia y está en condiciones de presentarse como una alternativa de izquierdas y nacionalista al PP. 

El segundo dato común a Euskadi y Galicia es el batacazo de Podemos cuyas marcas locales sufren un severo castigo que alcanza visos de catástrofe en Galicia, donde desaparece del parlamento. Son pésimas noticias para Pablo Iglesias, cuyas mareas irrumpieron con fuerza en 2016. Y no son buenas para Sánchez que contempla con preocupación la erosión de su socio de gobierno. Sin duda, lo más preocupante es que los votos que pierde Podemos en Galicia y en Euskadi no engrosen la bancada de los partidos socialistas en ambos parlamentos. 

Pablo Casado es el otro gran perdedor. Puede parecer una paradoja, teniendo en cuenta la victoria de Alberto Núñez Feijóo que ha revalidado su mayoría absoluta. Pero con Feijóo gana un político moderado que puede ser una alternativa a un partido permanentemente derechizado. La debacle de Carlos Iturgaiz en Euskadi es reveladora. Pocos representan como él el PP de Aznar. Su alianza con Ciudadanos solo ha servido para que el partido de Arrimadas entre en el parlamento y no ha impedido la irrupción de Vox. Peor imposible. 

Sánchez puede dormir tranquilo, porque el PNV seguirá siendo su aliado para el resto de la legislatura, y porqué la mayoría de Feijóo le evita tener que decidir si lleva o no el BNG a la presidencia, soliviantando aún más la derecha. Pero su gobierno es mas débil hoy que ayer. Cuando más se necesita un gobierno fuerte, capaz de afrontar los tremendos desafíos de octubre.       

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