Opinión | Editorial

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Europa, asignatura difícil

Los países que no entiendenla reciprocidad dentrodel mercado único han ganado el primer embate

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<strong>La elección de Paschal Donohoe para presidir el Eurogrupo durante los próximos dos años y medio</strong> permite múltiples interpretaciones, pero las más sustanciales tienen que ver con la cumbre europea de la próxima semana que debe decidir los criterios de acceso al fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros. En esta ocasión, contar con el consenso entre Francia y Alemania o con la complicidad de los estados del sur no ha sido suficiente para la candidatura de Nadia Calviño. Los países medianos y pequeños han hecho piña con los autodenominados frugales, abandonados en esta batalla por la canciller Angela Merkel. No hay que sacar, con todo, consecuencias precipitadas. Queda mucho hasta el inicio de la cumbre y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, <strong>dejó claro ayer con su nueva propuesta </strong>que la decisión de Alemania y Francia de no volver a caer en los errores del exceso de condicionalidad de los fondos como ocurrió en la crisis financiera es firme. Y veremos si en ese escenario, los frugales logran los apoyos que consiguieron para vencer a Nadia Calviño por la mínima.

La oferta de Michel –reducción del 2% del presupuesto de la UE y controles más estrictos sobre el destino del fondo de reconstrucción– pretende salvar la esencia del proyecto de la Comisión: 500.000 millones no reembolsables y 250.000 millones en préstamos. En otra situación cabría decir que si el eje franco-alemán no pone peros a la propuesta de Michel, esta saldrá adelante, pero la elección de Donohoe demuestra que la correlación de fuerzas ha cambiado en favor de los socios más pequeños, desvinculados de la tradición europeísta y poco proclives a los exigentes mecanismos de convergencia. De forma que considerar la victoria de Donohoe como un revés para España resulta incompleto sin adentrarse en otros significados. Ello no obsta para reconocer que quizás el presidente Pedro Sánchez pecó de exceso de optimismo en la defensa de la candidatura de Calviño, dando por hecha una victoria que aún no estaba cerrada o mostrando un triunfalismo que pudo costarle algún voto. Y lo mismo sirve para los socialistas europeos que, a menudo, juegan mal sus cartas por una falta de sensibilidad hacia los pequeños. Estas maniobras tácticas no nos pueden hacer perder de vista el trasfondo de lo que se dirime en Bruselas la semana que viene: sacar lecciones de la austeridad y promover una recuperación que entienda que la reciprocidad es una de las bases  del mercado único. Lo han dicho Giuseppe Conte y Pedro Sánchez, y no es ninguna exageración.

La Unión Europea debe superar sus propios fantasmas. Seguir hablando de solidaridad no tiene sentido, como tampoco lo tiene apelar a la austeridad en un contexto de una pandemia que ha obligado a paralizar las economías. Es el momento de entender que la mutualización de los riesgos es la base de lo que llamamos el modelo social europeo que nos distingue más de unos Estados Unidos inmersos en un nuevo proteccionismo y una China convertida en ariete del neoliberalismo.