ELECCIONES EN PANDEMIA
La abstención involuntaria
Alguien debería aconsejarle al candidato Feijóo que no es tiempo este de afirmaciones categóricas, de certezas absolutas
El virus no abre y cierra paréntesis a nuestro antojo, por mucho que eso implique fastidiar vacaciones, reencuentros o elecciones. Evidentemente esto incluye las elecciones gallegas y vascas del domingo día 12, que no disponen de bula papal alguna que garantice descanso dominical para el coronavirus.
Sin duda, este hecho va a marcar el desarrollo de la cita con las urnas de ciudadanos gallegos y vascos que, por primera vez, podrían plantearse si su compromiso con la democracia es compatible con su responsabilidad ante el contagio.
No es un matiz menor y los candidatos lo saben. En Galicia, el presidente de la Xunta y candidato a la reelección por el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, dice no estar especialmente preocupado por el brote de coronavirus en la comarca de A Mariña -131 casos confirmados, la mayoría de ellos, jóvenes asintomáticos- y asegura que la comunidad sigue siendo este verano "uno de los lugares más seguros de España, sin duda".
Alguien debería aconsejarle al candidato Feijóo que no es tiempo este de afirmaciones categóricas, de certezas absolutas, por mucho que esté en juego el Gobierno de una comunidad que ha estado en poder de los populares 33 de los 39 años de autonomía. La nueva normalidad también es duda constante.
La Galicia vacía
Mientras, los socialistas gallegos ven una grieta hasta ahora impensable e intentan aprovecharla. Gonzalo Caballero, secretario general del PSdeG, avanza un tsunami electoral el próximo domingo. Las encuestas que hasta ahora coinciden en la victoria de Feijóo lo hacen también en su tambaleante mayoría absoluta que posibilitaría la suma de las izquierdas (PSdeG/BNG/Comunes). Si bien es cierto que Galicia ya no es aquel bastión intocable del PP y que las tendencias en los últimos años marcan cambios entre su electorado, también lo es que el perfil del votante popular en la comunidad sigue siendo mayoritariamente rural y de edad avanzada. Mala combinación en tiempos de coronavirus. La Galicia vacía pierde población casi al mismo ritmo que los populares pierden votos.
Curiosamente, el País Vasco comparte preocupaciones (políticas) y algún que otro paralelismo electoral, cada voto cuenta y más si los que dejan de contar perjudican a tu principal adversario político. Es el caso de Ordizia, cuya alcaldía está en manos de EH Bildu, segunda opción política cara a este domingo, según apuntan las encuestas. Quizá por eso, mientras Iñigo Urkullu no se plantea un aplazamiento electoral en esta localidad -que suma ya 28 casos positivos de coronavirus desde el lunes-, su alcalde, Adur Ezenarro, exige este aplazamiento. El trasfondo político es evidente, EH Bildu tiene como objetivo salir fortalecido el domingo para debilitar la reedición del pacto PNV-PSOE.
Los derechos de los votantes
Ezenarro se empeña en poner el acento en los derechos de los votantes. Si no pueden acudir a votar porque están confinados, ¿no se están vulnerando sus derechos? Sería bonito creer en que el interés real sean las personas y no las papeletas que empujen en la urna.
El domingo, por primera vez, un virus vota.
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